martes, 20 de enero de 2015

JEREMIAS 7:9 LA ADORACION VERDADERA

Jeremías 7:9 La Biblia de las Américas (LBLA) La adoración verdadera 7 Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, diciendo: 2 Párate a la puerta de la casa del SEÑOR y proclama allí esta palabra, y di: “Oíd la palabra del SEÑOR, todos los de Judá, los que entráis por estas puertas para adorar al SEÑOR.” 3 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: Enmendad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. 4 No confiéis en palabras engañosas, diciendo: “Este es[a] el templo del SEÑOR, el templo del SEÑOR, el templo del SEÑOR.” 5 Porque si en verdad enmendáis vuestros caminos y vuestras obras, si en verdad hacéis justicia entre el hombre y su prójimo, 6 y no oprimís al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni derramáis sangre inocente en este lugar, ni andáis en pos de otros dioses para vuestra propia ruina,7 entonces os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre. 8 He aquí, vosotros confiáis en palabras engañosas que no aprovechan, 9 para robar, matar, cometer adulterio, jurar falsamente, ofrecer sacrificios[b] a Baal y andar en pos de otros dioses que no habíais conocido. 10 ¿Vendréis luego y os pondréis delante de mí en esta casa, que es llamada por mi nombre, y diréis: “Ya estamos salvos”; para luego seguir haciendo todas estas abominaciones?11 ¿Se ha convertido esta casa, que es llamada por mi nombre, en cueva de ladrones delante de vuestros ojos? He aquí, yo mismo lo he visto —declara elSEÑOR. 12 Ahora pues, id a mi lugar en Silo, donde al principio hice morar mi nombre, y ved lo que hice con él a causa de la maldad de mi pueblo Israel. 13 Y ahora, por cuanto habéis hecho todas estas obras —declara el SEÑOR— y a pesar de que os hablé desde temprano y hablando sin cesar, no oísteis; os llamé, pero no respondisteis, 14 haré con la casa que es llamada por mi nombre, en la cual confiáis, y al lugar que di a vosotros y a vuestros padres, como hice con Silo.15 Y os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la descendencia[c] de Efraín. Un Encuentro Con la Palabra REFLEXION Jovenes Cristianos – ESTOY DEPRIMIDO 5 Pasaje clave: Isaías 61:1 Te contamos algunas razones por las cuales te deprimís para que aprendás a entender qué es lo que te sucede y por qué. 1. Por los CAMBIOS de tu cuerpo. 2. Por aspectos relacionados con el SEXO y la SEXUALIDAD. 3. Por estar en el MEDIO. 4. Por PECADOS no confesados. Fijáte cómo se sentía David. Leé el Salmo 32:3 y 4. Él estaba deprimido a causa de su pecado oculto. El pecado siempre nos deprime, nos lastima y además produce culpa, indiferencia y endurecimiento. PECADO + CULPA = DEPRESION. No importa si pecaste mucho o poco, tarde o temprano te sentirás mal, muy mal, con vos mismo, con los que te rodean y con Dios. Interiormente te sentís incomodo, te comportás de una manera extraña. Tratás de aparentar que nada pasa, pero algo, adentro, te dice que las cosas no están bien. No importa cuánto tratés de escapar o de justificarte, te seguís sintiendo mal y cada vez será peor, a menos que seas sincero con vos mismo y con Dios. Reconocé tu pecado, arrepentíte y confesáselo al Señor para ser perdonado y librado de la culpa y de la depresión. 5. Por exceso de CANSANCIO. Este tipo de depresión es muy frecuente en aquellos chicos y chicas muy ocupados. “Esos” que están metidos en todo: Cursan el Polimodal, estudian inglés, van a computación, practican música, juegan al fútbol, son maestros de niños en la iglesia, dirigen la alabanza, enseñan en grupos caseros, están de novios, etc., etc., etc. Son chicos y chicas predispuestos a “correr” mucho y descansar poco, a vivir bajo muchas responsabilidades, siempre exigiéndose más y más en un continuo afán de perfección y exigencias. Tarde o temprano ese ritmo de vida los “plancha”, aunque hallan comenzado el año con todas las energías y fuerzas. Si al mucho correr y al poco descanso le sumás una inadecuada alimentación, entonces tenés un candidato a la depresión. Este tipo de depresión no se manifiesta de golpe. Es progresiva. Se va dando poco a poco. Día a día, hasta que se desencadena. Y lo más interesante es que el desencadenante puede ser cualquier “pavadita” que te haya sucedido o te hayan dicho. Entonces te venís abajo. ¿Qué podés hacer? Una de las cosas más importantes que tenés que hacer es establecer en tu vida un orden de prioridades que te ayude a dedicarte a lo más importante y a dejar a un lado (por lo menos durante cierto tiempo) lo menos importante o menos urgente. Es muy bueno que hagás las cosas con excelencia pero no corrás desesperadamente detrás de la “perfección”. Bajá los niveles de exigencia. Dios te acepta y te valora por lo que sos y no por todo lo que hacés o intentás hacer. Revisá y mejorá tus tiempos de descanso y tu alimentación. Hacéte un chequeo médico. Todo esto te será muy positivo. Y no te olvidés de creerle a Dios: Isaías 40:28 al 31. (CONTINÚA…) Extracto del libro: “Verdades Que Sanan”. (Editorial Logos). Por Edgardo Tosoni Un Encuentro Con la Palabra REFLEXION Arriesgándose por ti Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir.” Hechos 20:35 (NVI) En un ayuno en la iglesia, recibimos la visita de un misionero, quién nos compartió sus vivencias en un país totalmente ajeno a él, su esposa e hijos, las luchas que tuvieron, los contratiempos, hasta la desaprobación que tenían de parte de sus padres por la decisión que había tomado y cómo a pesar de ello, en medio de todos esos sucesos, la mano de Dios estuvo ahí dándoles aliento y bendiciendo su obediencia. Ese día, yo tenía planificado ir a consultar con el oftalmólogo y para ello había destinado un monto de dinero. Pero cuanto más escuchaba al misionero algo en mí me decía que dispusiera ese dinero para esta obra. Mentiría si diría que obedecí de inmediato, pues no fue así, hubo una batalla entre el sí y el no en mi interior, a pesar que él no pidió dinero, ni siquiera lo mencionó, su propósito fue transmitir la necesidad de Dios de los no creyentes y así fue. Finalmente después de la disputa interna que tuve, cuando él salía me acerqué y al darle la mano puse el dinero ahí y le di un abrazo, él no miró la cantidad, sólo lo tomó y se puso a llorar, estaba muy agradecido, entonces se acercó otra hermana que hizo lo mismo que yo. Jamás olvidaré su rostro ni las lecciones que me enseñó: Dios sustenta la obediencia, no olvidándose de sus hijos que se esfuerzan para extender su Reino y mejor es dar que recibir. Las personas que se sacrifican y arriesgan sus vidas por anunciar el evangelio no sólo necesitan lo material, sino necesitan nuestras oraciones. Toma unos minutos para orar por los misioneros, que Dios los proteja y sustente en donde quiera que se encuentren, así formarás para de esta gran labor. Soraida Fuentes CVCLAVOZ

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