jueves, 16 de octubre de 2014

HECHOS 8:27 FELIPE Y EL ETIOPE ENUCO

Hechos 8:27 La Biblia de las Américas (LBLA) Felipe y el etíope eunuco 26 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, al camino que desciende de Jerusalén a Gaza. (Este es un camino desierto[i].) 27 El se levantó y fue; y he aquí, había un[j] eunuco etíope, alto oficial de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba encargado de todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar. 28 Regresaba sentado en su carruaje, y leía al profeta Isaías. 29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Ve y júntate a ese carruaje. 30 Cuando Felipe se acercó corriendo, le oyó leer al profeta Isaías, y le dijo: ¿Entiendes lo que lees? 31 Y él respondió: ¿Cómo podré, a menos que alguien me guíe? E invitó a Felipe a que subiera y se sentara con él. 32 El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era éste: Como oveja fue llevado al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, no abre el su boca. 33 En su humillacion no se le hizo justicia[k]; ¿quien contara[l] su generacion[m]? Porque su vida es quitada de la tierra. 34 El eunuco respondió a Felipe y dijo: Te ruego que me digas, ¿de quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro? 35 Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36 Yendo por el camino, llegaron a un lugar donde había agua; y el eunuco dijo*: Mira, agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? 37 [n]Y Felipe dijo: Si crees con todo tu corazón, puedes. Respondió él y dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Y mandó parar el carruaje; ambos descendieron al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. 39 Al salir ellos del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y no lo vio más el eunuco, que continuó su camino gozoso. 40 Mas Felipe se encontró[o] en Azoto[p], y por donde pasaba, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea. Un Encuentro Con la Palabra REFLEXION ¿Eres un hijo rebelde? Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. Mateo 21:28-31 En esta porción de la palabra de Dios vemos la actitud de éstos dos hijos, el primero le dice a su padre que no quiere obedecer a su mandato, sin embargo se arrepiente y decide hacerlo. Por otro lado el segundo hijo que aparenta ser obediente responde a su padre que lo hará, pero lamentablemente no lo hace. La pregunta que se menciona ahora es muy interesante: ¿Cuál de los dos obedeció a su padre? y ¿Cuál entonces fue el hijo rebelde? ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Lucas 6:46 Muchos decimos conocer a Cristo y declaramos: “¡Si Señor, yo quiero obedecerte! ¡Entra en mi vida!” Sin embargo, no lo dejamos actuar. Nos dice que leamos la biblia, que oremos y prediquemos en todo momento, pero no apartamos tiempo para ello. Somos agradecidos pero vivimos quejándonos. Nos pide que amemos a nuestro prójimo, pero ni siquiera lo queremos perdonar. Quiere que lo amemos con todo el corazón, con toda nuestra mente y con toda nuestras fuerzas, sin embargo, muy poco amor y fuerza demostramos por Él. Aquel tiempo, los hombres que decían conocer a Dios hacían lo mismo, aparentaban ser siervos suyos pero en realidad no lo obedecían, es por ésta razón que Jesús les dijo: “De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.” El segundo hijo representa a los publicanos y a las rameras, personas pecadoras que tenían pésima reputación ante los demás, sabían que la prostitución estaba prohibida pero la ejercían y con ello le decían a Dios “no”. El publicano timaba y robaba a ojos abiertos y con ello le decían a Dios: “no”, pero se arrepintieron y en sus vidas hubo tal cambio, que muchos quisieron conocer más a Cristo. Puedes criticar a alguien que en éstos momentos se encuentra esclavizado por el pecado, robando, prostituyéndose o emborrachándose; pareciera que fueran los hijos rebeldes que con sus actitudes le están diciendo “No” a Cristo. Sin embargo, no te das cuenta que el rebelde podrías ser tú, porque conociendo la verdad no la sigues; y ellos podrían encontrarse muy pronto más adelante de ti cuando partamos hacia cielo. Hoy te animo a examinar tu vida e identificar si estás siendo el hijo rebelde o aquel que hace la voluntad de su Padre. Si has estado descuidando tu relación con Dios, te animo a empezar de nuevo. ¡No vivas una vida de apariencias, vive demostrando a cada momento que eres un verdadero seguidor de Cristo! Shirley Chambi CVCLAVOZ Un Encuentro Con la Palabra REFLEXION Jovenes Cristianos – UN BECERRO DE ORO Pasaje clave: Éxodo 31 y 32. Estos israelitas eran de no creer. ¿Puedes imaginarte que después de haber visto todo el poder de Dios librándolos de situaciones complicadas y después de haber recibido mandamientos tan claros para vivir bien y honrar a Dios, fueran e hicieran lo que hicieron? ¡Sí, imagínatelo! Es la patética realidad. (31:18, 32:1-6). Sincerémonos. ¿Cuántas veces nosotros actuamos de la misma manera que ellos? Está bien, no nos construimos un becerro de oro y lo escondemos en la pieza para ir a rezarle cada vez que nos pasa algo, pero… ¿cuántas veces lo reemplazamos a Dios por otras cosas creyendo que nos harán sentir bien o nos ayudarán en algo? ¿Pero por qué harían algo así? Es cierto que el pueblo todavía arrastraba las viejas costumbres paganas de Egipto, pero creo que la razón más poderosa es una pequeña palabrita que tú y yo conocemos mucho: IMPACIENCIA. ¡Sí! Moisés se tardaba en bajar del monte (24:18) ¡¿Y cuál era el problema?! ¿Acaso tenían algo más importante que hacer allí en el desierto? Habían pasado 40 días (¡toda una vida, che!) y Moisés no aparecía. ¿Se habrá fugado? ¿Lo habrán abducido? ¿Cuántas veces la impaciencia te llevó a tomar decisiones apresuradas y a hacer cosas por tu propia cuenta porque Dios “se demoraba” en responderte? ¿Cuántas veces, aún habiendo visto el poder y el cuidado de Dios sobre tu vida, decidiste creer más en otras cosas convirtiéndolas en tus ídolos? Me refiero a horóscopos, cintas rojas contra la envidia, dinero, moda, etc. Dios estaba dispuesto a desatar todo su juicio y su ira contra la idolatría del pueblo (32:10), pero delante de Él se puso Moisés, y oró y le suplicó que no lo hiciera. Le recordó a Dios la promesa que le había hecho a Abraham, a Isaac y a Jacob. ¡Me encanta Moisés! Alguien dispuesto a pensar más en los otros que en sí mismo. Él deseaba que Dios continuara con su plan original. Y me encanta ver el corazón de Dios lleno de paciencia y de misericordia. Seguramente a ti, al igual que a mí, te pone bastante mal ver en tu grupo o dentro de la iglesia, chicos y chicas que nunca se comprometen, que todavía andan en cualquier cosa o que toman decisiones pasajeras y superficiales, pero… tú y yo, ¿somos mejores que ellos? ¿Sabes qué significa ser mejores que ellos? Significa tener la actitud de Moisés. “Señor, aunque se lo merezcan, no los destruyas. Por tu misericordia dales una oportunidad más”. ¿Es esta tu actitud hacia ellos o eres de los que juzgas sintiéndote más espiritual? No te confundas. Tener la actitud de Moisés no es ser “tonto”. Él no lo era. Mira lo que hace con los que habían pecado (32:19-21, 25-29). Te enojas cuando tus líderes o pastores te disciplinan o te hacen ver lo que no quieres ver, sin embargo son mucho más blanditos que Moisés. ¿No te parece? Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Éxodo/Levítico” Por Edgardo Tosoni

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