facebook un encuentro con la palabra
Génesis 9:
20 La Biblia
de las Américas (LBLA)
Noé y sus hijos
18 Y los hijos de Noé
que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam fue el padre de Canaán. 19 Estos tres fueron los hijos de Noé, y
de ellos se pobló[m] toda la tierra.
20 Entonces
Noé comenzó a labrar la tierra[n], y plantó una
viña. 21 Y
bebió el vino y se embriagó, y se desnudó en medio de su tienda. 22 Y Cam, padre[o] de Canaán, vio la
desnudez de
su padre, y se lo contó a sus dos hermanos que estaban afuera. 23 Entonces Sem y Jafet
tomaron un manto, lo pusieron sobre sus hombros, y caminando hacia atrás
cubrieron la desnudez de su padre; y sus rostros estaban vueltos, y no vieron
la desnudez de su padre. 24 Cuando Noé despertó
de su embriaguez[p], y supo lo que
su hijo menor le había hecho, 25 dijo:
Maldito sea Canaán;
siervo de siervos
será para sus hermanos.
siervo de siervos
será para sus hermanos.
26 Dijo también:
Bendito sea el Señor,
el Dios de Sem;
y sea Canaán su siervo.
27 Engrandezca Dios a Jafet,
y habite en las tiendas de Sem;
y sea Canaán su siervo.
el Dios de Sem;
y sea Canaán su siervo.
27 Engrandezca Dios a Jafet,
y habite en las tiendas de Sem;
y sea Canaán su siervo.
28 Y
vivió Noé trescientos cincuenta años después del diluvio. 29 El total de los días
de Noé fue de novecientos cincuenta años, y murió.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Dónde Está Tu
Corazón? Allí Estará También Vuestro Corazón
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“DONDE ESTÉ VUESTRO TESORO, ALLÍ ESTARÁ TAMBIÉN
VUESTRO CORAZÓN” (Mateo 6.21)
William Randolph Hearst vivió en el castillo que lleva su nombre. El edificio tenía unos 30.000 metros cuadrados, con un terreno alrededor de más de 100.000 hectáreas. Hubo un tiempo en que este hombre era el dueño de la mitad de la costa californiana. Y coleccionó “cosas” durante 88 años. Poseía estatuas egipcias de 3.500 años de antigüedad, tapices medievales flamencos, techos antiquísimos esculpidos a mano y algunas de las obras de arte más valiosas del mundo. Después de pasar ocho décadas coleccionando tesoros, William Hearst murió. Ahora su casa es visitada por miles de personas y todos dicen lo mismo: ¡Cuántas cosas tenía!
Pasamos por la vida,
acumulamos bienes, pero luego morimos, dejando todo eso aquí. ¿Y qué pasa con
ellos? Nuestros hijos se pelean a causa de la herencia. Ellos están vivos y
examinan nuestras pertenencias y como si fueran buitres sobre la presa, deciden
cuáles quieren llevarse a sus propias casas. Se dicen a sí mismos: “Ahora esto
es mío”, pero un día morirán y vendrán otros buitres a apoderarse de ello. Los
países van a la guerra a veces motivados por la posesión o la recuperación de
tesoros; algunas familias no se hablan por culpa de las herencias; los
matrimonios se pelean más por los bienes materiales que por cualquier otro
asunto. Las cárceles están llenas de ladrones, y hay grandes ejecutivos que
cometen delitos para adquirir más y más ganancias. ¿Por qué? Al fin y al cabo,
no son más que “cosas”. Eso es lo que Jesús apuntaba cuando dijo: “No os hagáis
tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones
entran y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el
moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan, porque donde esté vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19-21). Habiendo leído
estas palabras, pregúntate: ¿Dónde está mi corazón?. Pues verdaderamente allí
estará tu tesoro.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Cuidado con lo que
dices
Quizás pensamos que
las palabras que salen de nuestra boca solamente son dichos, palabras que no
tienen mayor relevancia que los hechos. Y en parte es cierto, porque lo que
haces es un reflejo de lo que piensas y eres pero, de igual manera, lo que
dices tiene trascendencia.
A veces nos excusamos tras la frase popular: “Los
hechos valen más que las palabras”, cuando en realidad lo que dices es muy
importante y puede tener mucho más poder que tus actos.
Dios mismo nos dice
en su palabra: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras
serás condenado.” Mateo 12:37 (RVR-1960). Es por esta razón que debemos tener
muchísimo cuidado con lo que decimos, repetimos o insinuamos con la boca. Dios
nos dio un gran poder en las palabras para bendecir, ayudar y declarar
maravillas de Él; sin embargo, hemos estado usando las palabras para nuestro
beneficio o quizá para destruir a alguien que nos lastimó.
No es tarde para
quitar de tu lenguaje cada palabra dañina que existe en él, aún puedes limpiar
tu boca de esas palabras que destruyen y ensucian tu vida.
“Atenderé a mis
caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que
el impío esté delante de mí.” Salmos 39:1 (RVR-1960)
Tal vez dijiste cosas
que no querías, lastimaste a alguien, condenaste la vida de tu prójimo o te
separaste de personas que querías a causa de eso. La lengua es un miembro
pequeño que puede provocar grandes cosas; recuerda que no sólo eres lo que
haces, si no también lo que dices.
De hoy en adelante piensa bien lo que vas a decir, no permitas que el enemigo ponga las palabras en tu boca, que el amor que Dios puso en tu corazón se refleje en tus palabras.
De hoy en adelante piensa bien lo que vas a decir, no permitas que el enemigo ponga las palabras en tu boca, que el amor que Dios puso en tu corazón se refleje en tus palabras.
Telma Céspedes
CVCLAVOZ
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