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2 Reyes 25:16-20
La Biblia
de las Américas (LBLA)
Cautiverio de Judá
8 En el mes quinto, a
los siete días del mes, en el año
diecinueve de[f]Nabucodonosor,
rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo
del rey de Babilonia. 9 Y quemó la casa del Señor, la casa del rey y
todas las casas de Jerusalén; prendió fuego a toda casa grande. 10 Todo el ejército de
los caldeos que estaba con el capitán de la
guardia derribó las murallas alrededor de Jerusalén; 11 y al resto del pueblo
que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de
Babilonia y al resto de la multitud, los llevó en cautiverio
Nabuzaradán, capitán de la guardia. 12 Pero el capitán de la
guardia dejó a algunos de los más pobres del país para que fueranviñadores
y labradores.
13 Los
caldeos hicieron pedazos las columnas de bronce que estaban en la casa del Señor, y las basas y el mar de bronce que estaban en la casa del Señor, y llevaron el bronce[g] a Babilonia. 14 También se llevaron
las ollas, las palas, las despabiladeras, las cucharas, y todos los utensilios
de bronce que se usaban en el servicio del templo. 15 El capitán de la
guardia se llevó además los incensarios y los tazones, lo que era de oro puro y
lo que era de plata pura. 16 En cuanto a las dos columnas, el[h]mar y las basas
que Salomón había hecho para la casa del Señor; no era posible
calcular el peso del bronce de todos estos objetos. 17 La altura de una
columna era de dieciocho codos[i], y tenía sobre ella un capitel
de bronce; la altura del capitel era de tres codos[j], con una obra de malla y granadas
alrededor del capitel, todo de bronce. Y la segunda columna era igual[k] con obra de malla.
18 Entonces
el capitán de la guardia tomó al sumo sacerdote Seraías y al segundo
sacerdote Sofonías y
a los tres oficiales del templo[l]. 19 Y de la ciudad tomó a
un oficial que estaba encargado de los hombres de guerra, y a cinco hombres de
los consejeros[m] del rey que se hallaban
en la ciudad, y al escriba del capitán[n] del ejército, que
alistaba a la gente del país, y a sesenta hombres del pueblo de la tierra que
se hallaban en la ciudad. 20 Nabuzaradán, capitán
de la guardia, los tomó y los llevó al rey de Babilonia en Ribla. 21 Entonces los hirió el
rey de Babilonia y les dio muerte en Ribla, en la tierra de Hamat. Así Judá fue
llevado al cautiverio, lejos de[o] su tierra.
22 Y en cuanto al pueblo que quedó
en la tierra de Judá, al que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dejado,
puso sobre ellos a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán. 23 Cuando todos los
capitanes de tropas, ellos y sus hombres, oyeron que
el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Gedalías, vinieron
a éste[p] en Mizpa: Ismael,
hijo de Netanías, Johanán, hijo de Carea, Seraías, hijo de Tanhumet netofatita,
y Jaazanías, hijo del maacateo, ellos y sus hombres. 24 Y Gedalías les hizo
un juramento, a ellos y a sus hombres, y les dijo: No temáis a los siervos de
los caldeos; habitad en la tierra y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.
25 Pero
sucedió que en el séptimo mes, Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la
familia[q] real, vino con diez
hombres[r] e hirió a Gedalías, y
éste murió junto con los judíos y los caldeos que estaban con él en Mizpa. 26 Entonces todo el
pueblo, desde el menor hasta el mayor, y los capitanes de las tropas se
levantaron y se fueron a Egipto, porque temían a los caldeos.
LUN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Cómo Recuperarse De
Los Errores o Del Pecado?
Publicado por: Devocionales en Los Cristianos 0
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“…ASÍ QUEDARÉIS LIBRES DE CULPA…” (Números 32:33)
La aventura de una noche de David con Betsabé trajo repercusiones desoladoras. En el Salmo 32 leemos algunas de las consecuencias del pecado de David. Después de pecar sintió gran culpabilidad, vergüenza y eso hasta afectó su salud física, mientras no estuvo a dispuesto a ponerse a cuentas con Dios. Pero su historia no acaba ahí. Tras ser confrontado por el profeta Natán, David se arrepintió. Después de ocultar su pecado durante muchos años, David entró en razones y buscó a Dios en quebrantamiento de espíritu.
La aventura de una noche de David con Betsabé trajo repercusiones desoladoras. En el Salmo 32 leemos algunas de las consecuencias del pecado de David. Después de pecar sintió gran culpabilidad, vergüenza y eso hasta afectó su salud física, mientras no estuvo a dispuesto a ponerse a cuentas con Dios. Pero su historia no acaba ahí. Tras ser confrontado por el profeta Natán, David se arrepintió. Después de ocultar su pecado durante muchos años, David entró en razones y buscó a Dios en quebrantamiento de espíritu.
Si quieres saber la
forma de recuperarse del pecado y del fracaso, haz lo que hizo David:
arrodíllate, abre tu Biblia en el Salmo 51 y ora: “Ten piedad de mí, oh Dios,
conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis
rebeliones. ¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!” (Salmo
51:1-2).
Si no estás seguro de
lo que es el arrepentimiento, puedes hacer esta pequeña oración: “Señor, siento
de verdad haber pecado. Perdóname en el Nombre de Jesús. Amén.” El verdadero
arrepentimiento empieza con la confesión, que significa estar de acuerdo con
Dios de que lo que hiciste estuvo mal y necesita rectificarse. David oró:
“Contra ti, contra ti solo he pecado; he hecho lo malo delante de tus ojos…”
(Salmo 51:4) El arrepentimiento genuino significa reconocer que tu pecado es,
sobre todo, una afrenta contra Dios; no da excusas sino que dice: ‘Éste es mi
problema y mi pecado. No tengo por qué entregarlo, pero elijo hacerlo. No puedo
echar la culpa a nadie, sino a mí mismo.’
¿Tienes que
recuperarte de algún fallo o pecado, o estás tratando con alguien que lo está
haciendo? El punto de partida es el arrepentimiento.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¡Alto!
“Y la paz de Dios,
que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:7
En varias películas vemos que tras robos o secuestros,
los delincuentes pasan por muchas travesías para salirse con la suya pero al
final son atrapados.
Huir pareciera ser lo
más conveniente cuando uno no quiere enfrentarse a las consecuencias de sus
acciones, por un tiempo esto parece funcionar, hasta que es inevitable
enfrentarse a la realidad y a la falta de paz que esto trae.
Quizá sea la
vergüenza lo que nos hace callar o repetir el mismo pecado que ya confesamos y
prometimos ya no cometerlo, incluso el pensamiento: “para qué confesar si lo
volverás a hacer” o muchas otras razones que evitan que hagamos frente a nuestra
falta. Esto con el tiempo se vuelve en una carga muy pesada y difícil de llevar
en especial cuando decidimos callar y no estar a cuentas con Dios.
Cualquiera que sea el
motivo que nos haga huir de Dios, hoy detengámonos para recibir la misericordia
y gracia de nuestro Padre amoroso. Posiblemente ante tus ojos o los ojos de los
demás no merecemos el perdón ni de Dios pero ese es un concepto alejado de lo
que en realidad es el perdón de Dios.
Aunque estés en lo
más bajo, Él está ahí extendiéndote su mano para levantarte y perdonarte, no
huyas más, porque es como si fuéramos niños huyendo de nuestro padre que quiere
darnos un remedio o medicamento que nos sanará de una grave enfermedad.
“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” Proverbios 28:13
“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” Proverbios 28:13
¡Alto! ya no sigas
llevando esa carga, permite que Dios la quite de tus hombros mientras recibes
un abrazo de amor y perdón.
Soraida Fuentes
CVCLAVOZ
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