facebook un encuentro con la palabra
Éxodo 17:1,6
La Biblia
de las Américas (LBLA)
La peña de Horeb
17 Toda la congregación
de los hijos de Israel marchó por[a] jornadas desde el desierto de Sin, conforme al
mandamiento[b] del Señor; y acamparon en Refidim, y no
había agua para que el pueblo bebiera.2 Entonces el pueblo contendió con
Moisés, y dijeron: Danos agua para beber. Y Moisés les dijo: ¿Por qué
contendéis conmigo? ¿Por qué tentáis al Señor? 3 Pero el pueblo tuvo
allí sed[c], y murmuró el
pueblo contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos has hecho subir de Egipto para
matarnos[d]de sed a nosotros, a nuestros[e] hijos y a nuestros[f] ganados? 4 Y clamó Moisés al Señor, diciendo: ¿Qué haré con este
pueblo? Un poco más y me apedrearán. 5 Y el Señor dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo y toma contigo
a algunos de los ancianos de Israel, y toma en tu mano la vara con la cual
golpeaste el Nilo, y ve. 6 He aquí, yo estaré
allí delante de ti sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrá agua
de ella para que beba el pueblo. Y así lo hizo Moisés en presencia de los
ancianos de Israel. 7 Y puso a aquel lugar
el nombre de Masah[g] y Meriba[h], por la
contienda de los hijos de Israel, y porque tentaron alSeñor, diciendo: ¿Está el Señor entre nosotros o no?
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Estamos Dispuestos a Pagar El
Precio?
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“YO REPRENDO… A TODOS LOS QUE
AMO…” (Apocalipsis 3:19)
Dirigiéndose Jesús a la iglesia de los últimos días dijo: “Tú dices: Yo soy rico… de nada tengo necesidad. Pero no sabes que eres desventurado, miserable, pobre, ciego y estás desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez. Y unge tus ojos con colirio para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete” (Apocalipsis 3:17-19).
Dirigiéndose Jesús a la iglesia de los últimos días dijo: “Tú dices: Yo soy rico… de nada tengo necesidad. Pero no sabes que eres desventurado, miserable, pobre, ciego y estás desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez. Y unge tus ojos con colirio para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete” (Apocalipsis 3:17-19).
¡Son palabras duras! ¿Por qué
habría de decirnos eso Jesús? Por varias razones:
a) en lugar de creer en el Dios
de los milagros del Nuevo Testamento, decimos que Dios ya no hace milagros en nuestros
días;
b) hemos tolerado la división por
defender la lealtad denominacional;
c) hemos enseñado que el
cristianismo consiste principalmente en no hacer ciertas cosas. Por
consiguiente, hemos perdido el gozo, puesto que la intimidad con Cristo no se consigue
con nuestros logros;
d) muchos de nuestros líderes han
dejado de ser ejemplos de siervos y olvidado que Jesús lavó los pies de sus
discípulos y que fue montado en un pollino;
e) en lugar de usar nuestras
bendiciones materiales para alcanzar al mundo para Cristo y cuidarnos de los
pobres, las acumulamos y derrochamos en nuestros deleites;
f) nos molesta cuando alguien usa
métodos contemporáneos para alcanzar a la generación joven. En lugar de
conectar con esa cultura, huimos de ella;
g) en lugar de hacer prosperar
nuestros talentos mientras esperamos su venida, (véase Lucas 19:13), eludimos
cualquier compromiso. Leemos novelas sobre el rapto cuando deberíamos estar
orando por los que están a punto de sufrir el martirio por su fe. ¿Por qué no
podemos tener esa clase de fe? ¡Sí podemos tenerla! Pero sólo si estamos
dispuestos a pagar el precio.
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