viernes, 13 de mayo de 2016

SALMO 104:5-9 DIOS CUIDA SUS OBRAS


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Salmos 104: 5-9 La Biblia de las Américas (LBLA)

Dios cuida de sus obras




104 Bendice, alma mía, al Señor.
Señor, Dios mío, cuán grande eres;
te has vestido de esplendor y de majestad,
cubriéndote de luz como con un manto,
extendiendo los cielos como una cortina.
El es el que pone las vigas de sus altos aposentos en las aguas;
el que hace de las nubes su carroza;
el que anda sobre las alas del viento;
que hace de los vientos sus mensajeros[a],
y de las llamas de fuego sus ministros[b].
El estableció la tierra sobre sus cimientos,
para que jamás sea sacudida[c].
La cubriste con el abismo como con un vestido;
las aguas estaban sobre los montes.
A tu reprensión huyeron;
al sonido de tu trueno se precipitaron.
Se levantaron los montes, se hundieron los valles,
al lugar que tú estableciste para ellos.
Pusiste un límite que no pueden cruzar,
para que no vuelvan a cubrir la tierra.
10 El hace brotar[d] manantiales en los valles,
corren entre los montes;
11 dan de beber a todas las bestias del campo,
los asnos monteses mitigan su sed.
12 Junto a[e] ellos habitan las aves de los cielos,
elevan[f] sus trinos entre las ramas.
13 El[g] riega los montes desde sus aposentos[h],
del fruto de sus obras se sacia la tierra.
14 El[i] hace brotar la hierba para el ganado[j],
y las plantas para el servicio del[k] hombre,
para que él[l] saque alimento[m] de la tierra,
15 y vino que alegra el corazón del hombre,
para que haga brillar con aceite su rostro,
y alimento[n] que fortalece el corazón del hombre.
16 Los árboles del Señor se sacian,
los cedros del Líbano que El plantó,
17 donde hacen sus nidos las aves,
y la cigüeña, cuya morada está en[o] los cipreses.
18 Los montes altos son para las cabras monteses;
las peñas son refugio para los tejones.
19 El hizo la luna para medir las estaciones;
el sol conoce el lugar de su ocaso.
20 Tú ordenas la oscuridad y se hace de noche,
en ella andan[p] todas las bestias del bosque.
21 Rugen los leoncillos tras su presa,
y buscan[q] de Dios su comida.
22 Al salir el sol se esconden,
y se echan en sus guaridas.
23 Sale el hombre a su trabajo,
y a su labor hasta el atardecer.
24 ¡Cuán numerosas son tus obras, oh Señor!
Con sabiduría las has hecho todas;
llena está la tierra de tus posesiones[r].
25 He allí[s] el mar, grande y anchuroso[t],
en el cual hay un hervidero innumerable
de animales tanto pequeños como grandes.
26 Allí surcan las naves,
y el[u] Leviatán[v] que hiciste para jugar en él.
27 Todos ellos esperan en ti,
para que les des su comida a su tiempo.
28 Tú les das, ellos recogen;
abres tu mano, se sacian de bienes.
29 Escondes tu rostro, se turban;
les quitas el aliento[w], expiran,
y vuelven al[x] polvo.
30 Envías tu Espíritu[y], son creados,
y renuevas la faz de la tierra.
31 ¡Sea para siempre la gloria del Señor!
¡Alégrese el Señor en sus obras!
32 El[z] mira a la tierra, y ella tiembla;
toca los montes, y humean.
33 Al Señor cantaré[aa] mientras yo viva[ab];
cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista.
34 Séale agradable mi meditación;
yo me alegraré en el Señor.
35 Sean consumidos de la tierra los pecadores,
y los impíos dejen de ser.
Bendice, alma mía, al Señor.
¡Aleluya[ac]!




UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
3 Transformaciones De Todo Discípulo De Jesús
Posted by: Pastor Carlos Vargas Valdez in Articulos Cristianos 0


La vida en Cristo es una constante transformación. Debido a que seguimos un infinito Señor, nuestras posibilidades también lo son. Convertirse en un seguidor de Jesús debe manifestar siempre tres transformaciones: hemos nacido de lo alto; adquirimos su carácter; y imitamos sus obras. La mayoría de los creyentes tienen alguna idea sobre la primera, una esperanza sobre la segunda, y casi ningún concepto de la tercera.
Los relatos de los evangelios revelan a un grupo heterogéneo de seguidores de Jesús acosados por luchas internas y con una pequeña dosis de orgullo. Sin embargo, aún así Jesús los preparó para dejarlos a cargó para luchar con lo imposible.
“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14: 12-14).
Los primeros discípulos demostraron que estaban a la altura, no porque actuaban juntos o por que caminaron con el Señor, si no porque la vida de Jesús se había plantado en ellos como una semilla incorruptible. La semilla crecería dentro de ellos en al menos tres formas:
1). Los primeros discípulos se vieron transformados por el nuevo nacimiento.
Ellos entendieron que en realidad eran una nueva creación. El ADN de los cielos se había integrado a su propio ser. Antes, hombres tímidos de la clase trabajadora, hoy amenazaban al Imperio Romano al igual que su Maestro lo había hecho. Si tenemos esta clase de ADN, ¿dónde está la semejanza?. Hoy muchos cristianos modernos están preocupados por su pasado, preocupados por su pecado, y preocupados por su futuro. Que han experimentado poco o ningún cambio. Pero si el poder de Dios puede asegurar nuestro destino eterno, ¿no debería ser capaz de afectar nuestros pensamientos y acciones aquí y ahora? Esta fue la marca de la iglesia primitiva.
2). Los primeros discípulos se vieron transformados en el carácter.
Ellos demostraron el carácter de Cristo en un grado que no era posible por su propia buena voluntad o esfuerzo humano. En nuestros días, nos vemos tentados a pensar que debemos “actuar mejor” porque somos cristianos. Esto es una trampa diabólica: sólo el “actuar mejor” siempre y cuando nuestra fuerza de voluntad pueda – sólo hay que preguntarle de esto a cualquier persona que ha iniciado una dieta!.Al final, nuestra mera fuerza de voluntad nos fallará, así como, a los discípulos en la noche en que Jesús fue arrestado. El cambio de un verdadero carácter fluye desde el nuevo nacimiento como fluye el agua de un manantial desde la fuente. La transformación del nuevo nacimiento se abre paso en nuestro carácter por el hambre y la sed de las cosas del cielo. Un niño recién nacido sin hambre y sin sed esta gravemente enfermo: ¿por qué debería ser diferente en nuestra vida con Cristo?
3). Los primeros discípulos se vieron transformados por el poder para el ministerio.
Los primeros seguidores de Jesús eran sorprendentemente como Jesús, en pensamiento, palabra y obra. Era gente común que declaraba el mensaje del Reino de Dios (como Jesús lo había hecho) y demostraba la llegada del Reino con acciones de gran alcance – al igual que Jesús lo había hecho. Por el Espíritu Santo los primeros creyentes descubrieron una transformación de las imposibilidades de la carne a las posibilidades de los cielos. ¿Qué significa hacer las obras de Jesús? ¿Cómo respondemos a la pregunta revela nuestra comprensión de lo que significa vivir “en Cristo”?. En sus días, Jesús tenía un alto concepto de sus seguidores. El creía en ellos más de lo ellos creían en sí mismos. Es aún su día si lo dejamos obrar en nuestras vidas hoy.
Los primeros discípulos estaban a la altura. En los siglos pasados el pueblo de Dios a veces ha cumplido con la carga dada por nuestro Señor, y en ocasiones han intercambiado tareas celestiales en algo alcanzable por el esfuerzo humano. Cada generación tiene que lidiar con el desafío que Jesús nos dejó. Los primeros discípulos estaban a la altura. La pregunta es hoy si estamos a la altura también.



UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Dónde está tu corazón?


Hoy en día, vemos como las medidas de seguridad, se hacen cada vez más sofisticadas. Los bancos, disponen de bóvedas con complicados mecanismos, para resguardar el dinero de sus clientes. También contratan personal especializado, para brindar protección y de esa manera dar una imagen de confianza frente a la sociedad. Hay personas que depositan los ahorros de toda una vida, porque creen en la solvencia de una institución. Obviamente los bancos saben de la importancia de cuidar fielmente su tesoro.
La Palabra nos dice: “Donde está nuestro tesoro, allí estará nuestro corazón” Lucas 12:34. Lamentablemente y a raíz de la crisis económica global, podemos ver con pesar, como personas que han puesto todo su corazón en las riquezas, han caído en profundas depresiones e incluso otros han tomado medidas drásticas para su vida.
La Biblia nos dice: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Mateo 6:19-20.
Cuidamos con el mismo celo por nuestros tesoros espirituales, así como una institución bancaria cuida del dinero que los clientes les han confiado?
¿Por lo tanto donde está tu corazón? ¿En las riquezas, en un trabajo, en una posición de poder? ¿En la familia, en tu relación con Dios?
La Biblia nos alerta, y nos hace reflexionar, sobre los tesoros que nosotros consideramos valiosos, permanentes y seguros, que muchas veces son perecederos, momentáneos y pasajeros. Hay personas, que de un momento a otro, han perdido el fruto del esfuerzo de años, ante las repentinas caídas de las bolsas mundiales. Si su corazón estaba en esas riquezas, ven como lamentablemente todo se desmorona como un endeble castillo de naipes.
Muy diferente sucede, cuando nuestro tesoro está en las cosas de Dios: Valoramos nuestro tiempo de oración y comunión con El, tenemos una actitud de agradecimiento por lo que Dios nos da cada día, somos capaces de alimentarnos diariamente con la preciosa Palabra de Dios, podemos congregarnos y no nos pesa, pasamos tiempo en su presencia hallando deleite.
También para los que sirven a Dios en algún ministerio o actividad. ¿Tu corazón sigue estando primeramente en Dios? ¿O todo se ha vuelto una rutina que cumples por obligación o temor?
En un momento, tomamos la decisión más importante de nuestras vidas, la de entregarle nuestro corazón a Jesús, para que Él sea Señor de todo nuestro ser. Desde ese día Jesús es tu especial tesoro, que no se aparte tu corazón.




Daniel Zangaro
CVCLAVOZ

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