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2 Reyes 17:13 La
Biblia de las Américas (LBLA)
Causas de la caída del reino de Israel
17 En
el año doce de Acaz, rey de Judá, Oseas, hijo de Ela, comenzó a reinar sobre
Israel en Samaria, y reinó nueve años. 2 E hizo lo malo ante
los ojos del Señor, aunque no como los
reyes de Israel que habían sido antes de él. 3 Subió contra él
Salmanasar, rey de Asiria, y Oseas fue hecho su siervo, y le pagaba tributo. 4 Pero el rey de Asiria
descubrió una conspiración de[a] Oseas, quien había
enviado mensajeros a So, rey de Egipto, y no había pagado tributo al rey de
Asiria como había hecho año tras año; por
tanto el rey de Asiria lo detuvo y lo encadenó en la cárcel.5 Entonces el rey de
Asiria invadió todo el país y subió a Samaria, y le puso sitio por tres años. 6 En el año noveno de
Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria y se llevó a Israel
al destierro en
Asiria, y los puso en Halah y en Habor, río de Gozán, y en las ciudades de los
medos.
7 Esto[b] sucedió porque los
hijos de Israel habían pecado contra el Señorsu Dios, que los
había sacado[c] de la tierra de
Egipto de bajo la mano de Faraón, rey de Egipto, y habían reverenciado a otros
dioses; 8 y
anduvieron en las costumbres[d] de las naciones que
el Señor había arrojado de
delante de los hijos de Israel, y en las costumbres de los reyes de
Israel que ellos habían introducido[e]. 9 Y los hijos de Israel
secretamente hicieron cosas[f] que no eran rectas
contra el Señor su Dios. Además se
edificaron lugares altos en todas sus ciudades, desde las torres de atalaya
hasta las ciudades fortificadas. 10 Se erigieron pilares sagrados y Aseras[g] sobre toda colina
alta y bajo todo árbol frondoso, 11 y quemaron incienso
allí en todos los lugares altos, como las naciones que el Señor se había llevado al
destierro de delante de ellos; e hicieron cosas malas provocando al Señor. 12 Y sirvieron a ídolos,
acerca de los cuales el Señor les había dicho:
Vosotros no haréis esto. 13 Y elSeñor amonestaba a Israel y a Judá por
medio de todos sus profetas yde
todo vidente, diciendo: Volveos de vuestros malos caminos y guardad mis
mandamientos, mis estatutos conforme a toda la ley que ordené a vuestros padres
y que os envié por medio[h] de mis siervos los
profetas.14 Sin embargo, ellos no
escucharon, sino que endurecieron su cerviz como[i] sus padres, que no
creyeron en el Señor su Dios. 15 Desecharon sus
estatutos y
el pacto que El había hecho con sus padres, y sus advertencias con las cuales
los había amonestado. Y siguieron la vanidady se hicieron vanos, y fueron en pos de las
naciones que los rodeaban, respecto de las cuales el Señor les había ordenado
que no hicieran como ellas. 16 Y abandonaron todos
los mandamientos del Señor su Dios, y se
hicieron imágenes fundidas de dos becerros; hicieron una Asera[j], adoraron a
todo el ejército de los cielos y sirvieron a Baal. 17 Hicieron pasar por el
fuego a sus hijos y a sus hijas, practicaron la adivinación y los augurios, y
se entregaron a[k] hacer lo malo ante
los ojos del Señor, provocándole. 18 Y el Señor se airó en gran
manera contra Israel y
los quitó de su presencia; no quedó sino sólo la tribu de Judá.
19 Tampoco
Judá[l] guardó los
mandamientos del Señor su Dios, sino que
anduvieron en las costumbres[m] que Israel había
introducido[n]. 20 Y elSeñor desechó a toda la
descendencia[o] de Israel, y los
afligió y los entregó en mano de saqueadores, hasta que los echó de su presencia.21 Cuando
El arrancó a Israel de la casa de David, ellos hicieron rey a Jeroboam, hijo de
Nabat. Entonces Jeroboam apartó a Israel de seguir alSeñor, y les hizo cometer[p] un gran pecado. 22 Y los hijos de Israel
anduvieron en todos los pecados que había cometido Jeroboam; no se apartaron de
ellos, 23 hasta
que el Señor quitó a Israel de su
presencia, como El había hablado por medio[q] de todos sus siervos
los profetas. E Israel fue llevado de su propia tierra al destierro, a Asiria,
hasta hoy.
24 Y
el rey de Asiria trajo hombres de Babilonia, de
Cuta, de Ava[r], de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades
de Samaria en lugar de los hijos de Israel. Y tomaron posesión de Samaria y
habitaron en sus ciudades. 25 Y aconteció que como al principio de
habitar ellos allí, no temieron al Señor, el Señor envió leones entre
ellos que mataron amuchos de ellos. 26 Entonces hablaron al
rey de Asiria, diciendo: Las naciones que has llevado al destierro a las
ciudades de Samaria, no conocen la costumbre del dios de la tierra; por eso él
ha enviado leones entre ellos, y he aquí, los leones los matan porque
ellos no conocen la costumbre del dios de la tierra.
27 Y
el rey de Asiria ordenó, diciendo: Llevad allá a uno de los sacerdotes que
llevasteis al destierro[s], y que él vaya
y habite[t] allí; y que les
enseñe la costumbre del dios de la tierra. 28 Y vino uno de los
sacerdotes que habían llevado al destierro desde Samaria, y habitó en Betel, y
les enseñó cómo habían de temer al Señor. 29 Pero cada nación
continuó haciendo sus propios dioses, y los pusieron en las casas de los
lugares altos que los samaritanos habían hecho, cada nación en las[u] ciudades en que
habitaban. 30 Y
los hombres de Babilonia hicieron a Sucot-benot; los hombres de Cuta hicieron a Nergal;
los hombres de Hamat hicieron a Asima; 31 y los aveos hicieron
a Nibhaz y a Tartac; y los de Sefarvaim quemaban a sus hijos en el fuego como ofrenda a Adramelec y Anamelec, dioses de
Sefarvaim. 32 También
temían al Señor y nombraron de entre
sí[v] sacerdotes de los
lugares altos, que oficiaban por ellos en las casas de los lugares altos. 33 Temían al Señor y servían a sus
dioses conforme a la costumbre de las naciones de donde habían sido llevados al
destierro.
34 Hasta
el día de hoy siguen haciendo conforme a sus antiguas costumbres. No temen al Señor, ni siguen[w] sus estatutos ni sus
ordenanzas ni la ley ni el mandamiento que el Señor había ordenado a los
hijos de Jacob, a quien puso el nombre de Israel, 35 con los cuales elSeñor hizo un pacto y les
ordenó, diciendo: No temeréis a otros dioses ni os inclinaréis
ante ellos, no los serviréis ni les ofreceréis sacrificios.36 Sino
que al Señor, que os hizo subir
de la tierra de Egipto con
gran poder y con brazo extendido, a El temeréis y ante El os inclinaréis y a El ofreceréis
sacrificios. 37 Y
los estatutos, las ordenanzas, la ley y el mandamiento que El os escribió,
cuidaréis de cumplirlos siempre, y no
temeréis a otros dioses. 38 Y el pacto que he
hecho con vosotros, no lo olvidaréis, ni temeréis a otros dioses. 39 Sino que al Señor vuestro Dios
temeréis, y El os librará de la mano de todos vuestros enemigos. 40 Pero ellos no
escucharon, sino que hicieron conforme a su antigua costumbre.41 Y
aunque estas naciones temían al Señor, también servían a
sus ídolos[x]; y de la misma manera
que hicieron sus padres, así hacen hasta hoy sus hijos y sus nietos.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Cómo Vivir Por El
Poder Del Espíritu Santo?
Publicado por: Devocionales en Preguntas y Respuestas Cristianas, Respuestas Cristianas 0
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“SON DOS FUERZAS QUE LUCHAN EN NUESTRO INTERIOR”
(Gálatas 5:17, Castilian)
No importa cuánto
tiempo hayamos caminado con Dios, nuestra carne por sí sola nunca mejora; jamás
llegará a parecerse más a su Espíritu con el paso del tiempo. Por eso se nos
dice que debemos crucificarla y caminar a diario por el poder del Espíritu del Señor
que mora en nosotros. Escucha: “Que vuestra conducta sea conforme al Espíritu
Santo, y que no obedezcáis a los impulsos de nuestra naturaleza pecadora.
Porque nosotros, por naturaleza, nos inclinamos al mal, y con ello nos oponemos
al Espíritu Santo; como también los deseos del Espíritu Santo se oponen a
nuestros propios deseos naturales. Son dos fuerzas que luchan en nuestro
interior, aparte de nuestra propia voluntad. En cambio, cuando el Espíritu
Santo dirige nuestra vida, produce en nosotros frutos de amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. (Gálatas 5:16-17,
22-23, Castilian).
Vivir Por el Poder.
¿Es posible llevar
ese estilo de vida? Sí, pero tienes que hacer cuatro cosas:
1) Reconoce que eres el blanco del enemigo, y protégete con la Palabra del Señor y la oración.
2) Deshazte del pecado que te derrota una y otra vez: “…Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia…” (Hebreos 12:1).
3) Sé continuamente lleno del poder del Espíritu de Dios. Sin él, no ganarás nunca.
4) Permanece en la fuerza del Señor y no en la tuya propia.
¿De qué manera? Luchando hasta que experimentes la victoria. Su fuerza, unida a tu decisión de obedecer y seguir luchando ¡te conducirá siempre a una victoria clara y permanente!
1) Reconoce que eres el blanco del enemigo, y protégete con la Palabra del Señor y la oración.
2) Deshazte del pecado que te derrota una y otra vez: “…Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia…” (Hebreos 12:1).
3) Sé continuamente lleno del poder del Espíritu de Dios. Sin él, no ganarás nunca.
4) Permanece en la fuerza del Señor y no en la tuya propia.
¿De qué manera? Luchando hasta que experimentes la victoria. Su fuerza, unida a tu decisión de obedecer y seguir luchando ¡te conducirá siempre a una victoria clara y permanente!
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Bandera Blanca
El castillo de
Cortegana era una fortaleza medieval española levantada en el siglo XII en la
línea fronteriza con Portugal, cuya finalidad era la de resguardar su soberanía
territorial. La armada de España constantemente enviaba soldados a ese lugar y,
con el tiempo, se convirtió en un pueblo que existe hasta nuestros días.
Una historia en torno a este castillo cuenta que en una ocasión gran parte de los escuadrones españoles se puso en marcha a esta zona con el propósito de revisar toda la línea fronteriza, terminar los trabajos de construcción de la fortaleza, levantar casas para que vivan las familias de los soldados destinados y comenzar con trabajos de agricultura.
Una historia en torno a este castillo cuenta que en una ocasión gran parte de los escuadrones españoles se puso en marcha a esta zona con el propósito de revisar toda la línea fronteriza, terminar los trabajos de construcción de la fortaleza, levantar casas para que vivan las familias de los soldados destinados y comenzar con trabajos de agricultura.
Mientras ellos
estaban en camino, el vigía vio que por el otro lado se acercaba un gran
contingente de caballos de guerra y soldados de a pie, levantando banderas de
guerra. De inmediato el soldado advirtió sobre el inminente peligro a sus
superiores, quienes enviaron un jinete para pedir refuerzos.
Los soldados enemigos
llegaron primero y acamparon a poca distancia del castillo, y como era
costumbre, enviaron un emisario a solicitar su rendición o de lo contrario, al
amanecer del día siguiente, atacarían y no dejarían a nadie con vida.
El pánico se apoderó
de todos. Pocas horas después llegó el mensajero que fue enviado diciendo que
la ayuda llegaría al amanecer del día siguiente, pero para que esos soldados
tomaran una estrategia ofensiva o defensiva, debían levantar una bandera blanca
en la sima del castillo.
Al amanecer del día
del ataque, una bandera blanca ondeaba en el mástil de la torre más alta de la
fortaleza. Los soldados enemigos se acercaron creyendo que se habían rendido, dejaron
sus lanzas y envainaron sus espadas, soltaron sus escudos y caminaron con calma
para saquear todo lo que podían. En ese momento, una lluvia de flechas cayó
sobre ellos matando a muchos y mientras los que aún quedaron en pie estaban
pasmados, una línea de hombres a caballo los rodeó y en pocos minutos,
arrasaron con todos.
Algo similar pasa en nuestra vida. Las dificultades siempre suelen llegan antes que las soluciones y en ocasiones, esas dificultades son inmensamente superiores a las fuerzas de cualquiera. Seamos realistas, muchos de esos problemas definitivamente exceden cualquier capacidad humana. Quizás la solución es rendirse, y aunque normalmente eso significa que todo ha terminado, en la vida cristiana no es así.
Algo similar pasa en nuestra vida. Las dificultades siempre suelen llegan antes que las soluciones y en ocasiones, esas dificultades son inmensamente superiores a las fuerzas de cualquiera. Seamos realistas, muchos de esos problemas definitivamente exceden cualquier capacidad humana. Quizás la solución es rendirse, y aunque normalmente eso significa que todo ha terminado, en la vida cristiana no es así.
La bandera blanca del
castillo de Cortegana no fue puesta como señal de derrota, sino que hondeaba en
la sima del mástil para que la ayuda llegara. Como cristianos sabemos que por
un lado nuestro adversario se levanta amenazante, pero por el otro está Dios
quien quiere ayudarnos. Levanta la bandera blanca para rendirte ante Dios, por
que decir “no puedo más”, es permitir que sea Él quien pelee por ti.
“Porque yo Jehová soy
tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te
ayudo.” Isaías 41:13 Versión Reina Valera 1960
Ríndete ante Dios, exprésale tu problema y deja que Su Poder tome el control.
Ríndete ante Dios, exprésale tu problema y deja que Su Poder tome el control.
Héctor Colque
CVCLAVOZ
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