facebook un encuentro con la palabra
2 Reyes 18:13 La
Biblia de las Américas (LBLA)
Invasión de Senaquerib
13 Y en el año catorce
del rey Ezequías, subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades
fortificadas de Judá, y las tomó. 14 Entonces Ezequías,
rey de Judá, envió a decir al rey de Asiria en Laquis: He hecho lo malo.
Retírate[f] de mí; lo que me
impongas[g], aceptaré. Y el
rey de Asiria impuso a[h] Ezequías, rey de
Judá, trescientos talentos[i] de plata y treinta
talentos de oro. 15 Y
Ezequías le dio toda la plata que
se hallaba en la casa del Señor y en los tesoros de la
casa del rey. 16 En
aquel tiempo Ezequías quitó el oro de las puertas del
templo del Señor, y delos
postes de las puertas que el mismo Ezequías, rey de
Judá, había revestido de oro,
y lo entregó al rey de Asiria.
17 Entonces
el rey de Asiria envió, desde Laquis a Jerusalén, al Tartán, al Rabsaris y al
Rabsaces con un gran ejército contra el rey Ezequías. Y subieron y llegaron a
Jerusalén. Y cuando subieron, llegaron y se colocaron junto al acueducto del
estanque superior que está en la calzada del campo del Batanero[j]. 18 Llamaron al rey, y
salió a ellos Eliaquim, hijo de Hilcías, que era mayordomo, con el escriba Sebna y el cronista Joa,
hijo de Asaf. 19 Y
el Rabsaces les dijo: Decid ahora a Ezequías: “Así dice el gran rey, el rey de
Asiria: ‘¿Qué confianza es ésta que tú tienes[k]? 20 ‘Tú dices (pero sólo son palabras vanas[l]): “Tengoconsejo y poder para la guerra.” Mas ahora, ¿en quién
confías que te has rebelado contra mí? 21 ‘He aquí, tú confías
en el báculo de esta caña quebrada, es decir,
en Egipto, en el cual, si un hombre se apoya, penetrará en su mano[m] y la traspasará. Así
es Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él. 22 ‘Pero si me decís:
“Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios,” ¿no es
El aquel cuyos lugares altos y cuyos altares Ezequías ha quitado y ha dicho a Judá y a
Jerusalén: “Adoraréis delante de este altar en Jerusalén”? 23 ‘Ahora pues, te ruego
que llegues a un acuerdo[n] con mi señor el rey
de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si por tu parte puedes poner jinetes
sobre ellos.24 ‘¿Cómo, pues, puedes
rechazar a[o] un oficial[p] de los menores de los
siervos de mi señor, y confiar[q] en Egipto para tener carros y hombres de a
caballo? 25 ‘¿He
subido ahora sin el consentimiento del Señor contra este lugar
para destruirlo? El Señor me dijo: “Sube contra
esta tierra y destrúyela.’”
26 Entonces
Eliaquim, hijo de Hilcías, Sebna y Joa dijeron al Rabsaces: Te rogamos que
hables a tus siervos en arameo, porque nosotros loentendemos[r], y no nos
hables en la lengua de Judá[s] a oídos del pueblo
que está sobre la muralla. 27 Pero el Rabsaces les
dijo: ¿Acaso me ha enviado mi señor para hablar estas palabras sólo a tu señor y a ti, y
no a los hombres que están sentados en la muralla, condenados a comer sus propios
excrementos y beber su propia orina con vosotros? 28 El Rabsaces se puso
en pie, gritó a gran voz en la lengua de Judá, y dijo[t]: Escuchad la
palabra del gran rey, el rey de Asiria. 29 Así dice el rey: “Que
no os engañe Ezequías, porque él no os podrá librar de mi[u] mano; 30 ni que Ezequías os
haga confiar en el Señor, diciendo:
‘Ciertamente el Señornos librará, y esta
ciudad no será entregada en manos del rey de Asiria.’31 “No
escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: ‘Haced la paz conmigo[v] y salid a mí, y coma
cada uno de su vid y cada uno de su higuera, y beba cada cual de las
aguas de su cisterna, 32 hasta que yo venga y
os lleve a una tierra como vuestra tierra, tierra de grano y de mosto, tierra
de pan y de viñas, tierra de olivos y de miel, para que viváis y no muráis.’
Pero no escuchéis a Ezequías porque os engaña, diciendo: ‘El Señor nos librará.’ 33 “¿Acaso alguno de los
dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria? 34 “¿Dónde están los
dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim, de Hena y de
Iva? ¿Cuándo han librado ellos a Samaria de mi mano? 35 “¿Quiénes de entre
todos los dioses de estas[w] tierras han[x]librado su
tierra de mi mano, para que el Señor libre a Jerusalén de
mi mano?” 36 Pero
el pueblo se quedó callado y no le respondió palabra alguna, porque la orden
del rey era: No le respondáis. 37 Entonces Eliaquim,
hijo de Hilcías, mayordomo de la casa real,
el escriba Sebna y el cronista Joa, hijo de Asaf, fueron a Ezequías con sus
vestidos rasgados, y le relataron las palabras del Rabsaces.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Cómo Vivir Por El
Poder Del Espíritu Santo?
Publicado por: Devocionales en Preguntas y Respuestas Cristianas, Respuestas Cristianas 0
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“SON DOS FUERZAS QUE LUCHAN EN NUESTRO INTERIOR”
(Gálatas 5:17, Castilian)
No importa cuánto
tiempo hayamos caminado con Dios, nuestra carne por sí sola nunca mejora; jamás
llegará a parecerse más a su Espíritu con el paso del tiempo. Por eso se nos
dice que debemos crucificarla y caminar a diario por el poder del Espíritu del Señor
que mora en nosotros. Escucha: “Que vuestra conducta sea conforme al Espíritu
Santo, y que no obedezcáis a los impulsos de nuestra naturaleza pecadora.
Porque nosotros, por naturaleza, nos inclinamos al mal, y con ello nos oponemos
al Espíritu Santo; como también los deseos del Espíritu Santo se oponen a
nuestros propios deseos naturales. Son dos fuerzas que luchan en nuestro
interior, aparte de nuestra propia voluntad. En cambio, cuando el Espíritu
Santo dirige nuestra vida, produce en nosotros frutos de amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. (Gálatas 5:16-17,
22-23, Castilian).
¿Es posible llevar
ese estilo de vida? Sí, pero tienes que hacer cuatro cosas:
1) Reconoce que eres el blanco del enemigo, y protégete con la Palabra del Señor y la oración.
2) Deshazte del pecado que te derrota una y otra vez: “…Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia…” (Hebreos 12:1).
3) Sé continuamente lleno del poder del Espíritu de Dios. Sin él, no ganarás nunca.
4) Permanece en la fuerza del Señor y no en la tuya propia.
¿De qué manera? Luchando hasta que experimentes la victoria. Su fuerza, unida a tu decisión de obedecer y seguir luchando ¡te conducirá siempre a una victoria clara y permanente!
1) Reconoce que eres el blanco del enemigo, y protégete con la Palabra del Señor y la oración.
2) Deshazte del pecado que te derrota una y otra vez: “…Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia…” (Hebreos 12:1).
3) Sé continuamente lleno del poder del Espíritu de Dios. Sin él, no ganarás nunca.
4) Permanece en la fuerza del Señor y no en la tuya propia.
¿De qué manera? Luchando hasta que experimentes la victoria. Su fuerza, unida a tu decisión de obedecer y seguir luchando ¡te conducirá siempre a una victoria clara y permanente!
UN ENCUENTROCON LA PALABRA
REFLEXION
¿Te gusta criticar?
Una señora de muy
buena apariencia subió a un autobús, con mirada firme observó si había un
asiento libre y encontró un lugar a lado de una mujer humilde, quien claramente
se distinguía por su cabello desarreglado.
Esta señora buena moza, al tomar asiento, la miró de
reojo y exclamó: “Bueno sería que por lo menos se recogiera bien el pelo” A lo
que la humilde mujer respondió: “También sería bueno quitarse los ruleros antes
de dejar el espejo” ya que ella había notado que a pesar de la buena presencia
de esta dama algo colgaba en su cabello.
Es muy fácil criticar
las decisiones, las apariencias o los gustos de los demás sin percatarnos que
al juzgar a los demás nos condenamos a nosotros mismos. Claro que es más fácil
ver las equivocaciones de otros que reconocer las nuestras y hacer algo por
ellos e incluso solemos tropezar en los mismos errores.
En vez de juzgar o criticar, deberíamos involucrarnos y ayudar si alguien está con actitudes autodestructivas y, si no es posible, entonces orar por ellos pues Dios, quien es Omnipresente, puede hacer mejor obra que la nuestra.
En vez de juzgar o criticar, deberíamos involucrarnos y ayudar si alguien está con actitudes autodestructivas y, si no es posible, entonces orar por ellos pues Dios, quien es Omnipresente, puede hacer mejor obra que la nuestra.
Si por alguna razón
has juzgado a alguien, por más que esté equivocado, te animo a que ores por su
vida, así aportarás con bien y no con mal para un mejor futuro para esta
persona. Considera Mateo 7:2 que dice: “Porque con el juicio con que juzgáis,
seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.”
Dile adiós a la crítica y dale la bienvenida a la oración.
Dile adiós a la crítica y dale la bienvenida a la oración.
Soraida Fuentes
CVCLAVOZ
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