martes, 18 de febrero de 2014
EL AGITAR
Job 26
26 Entonces respondió Job, y dijo:
2 ¡Qué ayuda eres para el débil!
¡Cómo has salvado al brazo sin fuerza!
3 ¡Qué consejos has dado al que no tiene sabiduría,
y qué útil conocimiento has dado en abundancia!
4 ¿A quién has proferido palabras,
y de quién es el espíritu que habló en ti?
5 Las sombras tiemblan
bajo las aguas y sus habitantes.
6 Desnudo está el Seol ante El,
y el Abadón no tiene cobertura.
7 El extiende el norte sobre el vacío,
y cuelga la tierra sobre la nada.
8 Envuelve las aguas en sus nubes,
y la nube no se rompe bajo ellas.
9 Oscurece la faz de la luna llena,
y extiende sobre ella su nube.
10 Ha trazado un círculo sobre la superficie de las aguas,
en el límite de la luz y las tinieblas.
11 Las columnas del cielo tiemblan,
y se espantan ante su reprensión.
12 Al mar agitó con su poder,
y a Rahab quebrantó con su entendimiento.
13 Con su soplo se limpian los cielos;
su mano ha traspasado la serpiente huidiza.
14 He aquí, estos son los bordes de sus caminos;
¡y cuán leve es la palabra que de El oímos!
Pero su potente trueno, ¿quién lo puede comprender?
Jeremias 4
19 ¡Alma mía, alma mía!
Estoy angustiado, ¡oh corazón mío!
Mi corazón se agita dentro de mí;
no callaré,
porque has oído, alma mía,
el sonido de la trompeta,
el pregón de guerra.
20 Desastre sobre desastre se anuncia,
porque es arrasada toda la tierra;
de repente son arrasadas mis tiendas,
en un instante mis cortinas.
21 ¿Hasta cuándo he de ver la bandera
y he de oír el sonido de la trompeta?
22 Porque mi pueblo es necio,
no me conoce;
hijos torpes son,
no son inteligentes.
Astutos son para hacer el mal,
pero hacer el bien no saben.
23 Miré a la tierra, y he aquí que estaba sin orden y vacía;
y a los cielos, y no tenían luz.
24 Miré a los montes, y he aquí que temblaban,
y todas las colinas se estremecían.
25 Miré, y he aquí que no había hombre alguno,
y todas las aves del cielo habían huido.
26 Miré, y he aquí que la tierra fértil era un desierto,
y todas sus ciudades estaban arrasadas
delante del SEÑOR, delante del ardor de su ira.
27 Porque así dice el SEÑOR:
Una desolación será toda la tierra,
pero no causaré una destrucción total.
28 Por eso se enlutará la tierra,
y se oscurecerán los cielos arriba,
porque he hablado, lo he decidido,
y no me arrepentiré, ni me retractaré de ello.
29 Al ruido de jinetes y arqueros huye toda la ciudad;
entran en las espesuras y trepan por los peñascos.
Toda ciudad está abandonada,
y no queda en ellas morador alguno.
30 Y tú, desolada, ¿qué harás?
Aunque te vistas de escarlata,
aunque te pongas adornos de oro,
aunque te agrandes con pintura los ojos,
en vano te embelleces;
te desprecian tus amantes,
sólo buscan tu vida.
31 Porque oí un grito como de mujer de parto,
angustia como de primeriza;
era el grito de la hija de Sion que se ahogaba,
y extendía sus manos, diciendo:
¡Ay ahora de mí, porque desfallezco ante los asesinos!
Juan 5
5 Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
2 Y hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque que en hebreo se llama Betesda y que tiene cinco pórticos.
3 En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua;
4 porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera.
5 Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
6 Cuando Jesús lo vio acostado allí y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo*: ¿Quieres ser sano?
7 El enfermo le respondió: Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo.
8 Jesús le dijo*: Levántate, toma tu camilla y anda.
9 Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar.
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