viernes, 21 de febrero de 2014

EL LISONJERO

Salmo 12 12 Salva, SEÑOR, porque el piadoso deja de ser; porque los fieles desaparecen de entre los hijos de los hombres. 2 Falsedad habla cada uno a su prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón. 3 Corte el SEÑOR todo labio lisonjero, la lengua que habla con exageración; 4 a los que han dicho: Con nuestra lengua prevaleceremos, nuestros labios nos defienden; ¿quién es señor sobre nosotros? 5 Por la desolación del afligido, por los gemidos del menesteroso, me levantaré ahora, dice el SEÑOR; lo pondré en la seguridad que anhela. 6 Las palabras del SEÑOR son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada. 7 Tú, SEÑOR, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre. 8 En torno se pasean los impíos, cuando la vileza es exaltada entre los hijos de los hombres. Proverbios 26 17 Como el que toma un perro por las orejas, así es el que pasa y se entremete en contienda que no es suya. 18 Como el enloquecido que lanza teas encendidas, flechas y muerte, 19 así es el hombre que engaña a su prójimo, y dice: ¿Acaso no estaba yo bromeando? 20 Por falta de leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, se calma la contienda. 21 Como carbón para las brasas y leña para el fuego, así es el hombre rencilloso para encender contiendas. 22 Las palabras del chismoso son como bocados deliciosos, y penetran hasta el fondo de las entrañas. 23 Como vasija de barro revestida de escoria de plata, así son los labios ardientes y el corazón perverso. 24 El que odia, disimula con sus labios, mas en su corazón acumula engaño. 25 Cuando su voz sea agradable, no lo creas, pues hay siete abominaciones en su corazón. 26 Aunque su odio se cubra con engaño, su perversidad será descubierta en la asamblea. 27 El que cava un hoyo caerá en él, y el que hace rodar una piedra, sobre él volverá. 28 La lengua mentirosa odia a los que oprime, y la boca lisonjera causa ruina. 1 Tesalonicenses 2 2 Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no fue en vano, 2 sino que después de haber sufrido y sido maltratados en Filipos, como sabéis, tuvimos el valor, confiados en nuestro Dios, de hablaros el evangelio de Dios en medio de mucha oposición. 3 Pues nuestra exhortación no procede de error ni de impureza ni es con engaño; 4 sino que así como hemos sido aprobados por Dios para que se nos confiara el evangelio, así hablamos, no como agradando a los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones. 5 Porque como sabéis, nunca fuimos a vosotros con palabras lisonjeras, ni con pretexto para lucrar, Dios es testigo, 6 ni buscando gloria de los hombres, ni de vosotros ni de otros, aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido imponer nuestra autoridad. 7 Más bien demostramos ser benignos entre vosotros, como una madre que cría con ternura a sus propios hijos. 8 Teniendo así un gran afecto por vosotros, nos hemos complacido en impartiros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, pues llegasteis a sernos muy amados. 9 Porque recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas, cómo, trabajando de día y de noche para no ser carga a ninguno de vosotros, os proclamamos el evangelio de Dios. 10 Vosotros sois testigos, y también Dios, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; 11 así como sabéis de qué manera os exhortábamos, alentábamos e implorábamos a cada uno de vosotros, como un padre lo haría con sus propios hijos, 12 para que anduvierais como es digno del Dios que os ha llamado a su reino y a su gloria.

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