miércoles, 5 de febrero de 2014

LA SENDA

Jueces 5 5 Entonces Débora y Barac, hijo de Abinoam, cantaron en aquel día, diciendo: 2 ¡Por haberse puesto al frente los jefes en Israel, por haberse ofrecido el pueblo voluntariamente, bendecid al SEÑOR! 3 ¡Oíd, reyes; prestad oído, príncipes! Yo al SEÑOR, cantaré, cantaré alabanzas al SEÑOR, Dios de Israel. 4 SEÑOR, cuando saliste de Seir, cuando marchaste del campo de Edom, la tierra tembló, también cayeron gotas del cielo, y las nubes destilaron agua. 5 Los montes se estremecieron ante la presencia del SEÑOR, aquel Sinaí, ante la presencia del SEÑOR, Dios de Israel. 6 En los días de Samgar, hijo de Anat, en los días de Jael, quedaron desiertos los caminos, y los viajeros andaban por sendas tortuosas. 7 Cesaron los campesinos, cesaron en Israel, hasta que yo, Débora, me levanté, hasta que me levanté, como madre en Israel. 8 Escogieron nuevos dioses; entonces la guerra estaba a las puertas. No se veía escudo ni lanza entre cuarenta mil en Israel. 9 Mi corazón está con los jefes de Israel, los voluntarios entre el pueblo. ¡Bendecid al SEÑOR! 10 Los que cabalgáis en asnas blancas, los que os sentáis en ricos tapices, los que viajáis por el camino, cantad. 11 Al sonido de los que dividen las manadas entre los abrevaderos, allí repetirán los actos de justicia del SEÑOR, los actos de justicia para con sus campesinos en Israel. Entonces el pueblo del SEÑOR descendió a las puertas. 12 Despierta, despierta, Débora; despierta, despierta, entona un cántico. Levántate, Barac, y lleva a tus cautivos, hijo de Abinoam. 13 Entonces los sobrevivientes descendieron sobre los nobles; el pueblo del SEÑOR vino a mí como guerreros. 14 De Efraín descendieron los radicados en Amalec, en pos de ti, Benjamín, con tus pueblos; de Maquir descendieron jefes, y de Zabulón los que manejan vara de mando. 15 Los príncipes de Isacar estaban con Débora; como Isacar, así también Barac; al valle se apresuraron pisándole los talones; entre las divisiones de Rubén había grandes resoluciones de corazón. 16 ¿Por qué te sentaste entre los rediles, escuchando los toques de flauta para los rebaños? Entre las divisiones de Rubén había gran escudriñamiento de corazón. 17 Galaad se quedó al otro lado del Jordán. ¿Y por qué se quedó Dan en las naves? Aser se sentó a la orilla del mar, y se quedó junto a sus puertos. 18 Zabulón era pueblo que despreció su vida hasta la muerte. Y también Neftalí, en las alturas del campo. 19 Vinieron los reyes y pelearon; pelearon entonces los reyes de Canaán en Taanac, cerca de las aguas de Meguido; no tomaron despojos de plata. 20 Desde los cielos las estrellas pelearon, desde sus órbitas pelearon contra Sísara. 21 El torrente Cisón los barrió, el antiguo torrente, el torrente Cisón. Marcha, alma mía con poder. 22 Entonces resonaron los cascos de los caballos por el galopar, el galopar de sus valientes corceles. 23 "Maldecid a Meroz", dijo el ángel del SEÑOR, "maldecid, maldecid a sus moradores; porque no vinieron en ayuda del SEÑOR, en ayuda del SEÑOR contra los guerreros." 24 Bendita entre las mujeres es Jael, mujer de Heber ceneo; bendita sea entre las mujeres de la tienda. 25 El pidió agua, y ella le dio leche; en taza de nobles le trajo cuajada. 26 Extendió ella la mano hacia la estaca de la tienda, y su diestra hacia el martillo de trabajadores. Entonces golpeó a Sísara, desbarató su cabeza; destruyó y perforó sus sienes. 27 A sus pies él se encorvó, cayó, quedó tendido; a sus pies se encorvó y cayó; donde se encorvó, allí quedó muerto. 28 Miraba por la ventana y se lamentaba la madre de Sísara, por las celosías: "¿Por qué se tarda en venir su carro? ¿Por qué se retrasa el trotar de sus carros?" 29 Sus sabias princesas le respondían, aun a sí misma ella repite sus palabras: 30 "¿Acaso no han hallado el botín y se lo están repartiendo? ¿Una doncella, dos doncellas para cada guerrero; para Sísara un botín de tela de colores, un botín de tela de colores bordada, tela de colores de doble bordadura en el cuello del victorioso?" 31 Así perezcan todos tus enemigos, oh SEÑOR; mas sean los que te aman como la salida del sol en su fuerza. Y el país tuvo descanso por cuarenta años. Salmo 16 16 Protégeme, oh Dios, pues en ti me refugio. 2 Yo dije al SEÑOR: Tú eres mi Señor; ningún bien tengo fuera de ti. 3 En cuanto a los santos que están en la tierra, ellos son los nobles en quienes está toda mi delicia. 4 Se multiplicarán las aflicciones de aquellos que han corrido tras otro dios ; no derramaré yo sus libaciones de sangre, ni sus nombres pronunciarán mis labios. 5 El SEÑOR es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. 6 Las cuerdas cayeron para mí en lugares agradables; en verdad mi herencia es hermosa para mí. 7 Bendeciré al SEÑOR que me aconseja; en verdad, en las noches mi corazón me instruye. 8 Al SEÑOR he puesto continuamente delante de mí; porque está a mi diestra, permaneceré firme. 9 Por tanto, mi corazón se alegra y mi alma se regocija; también mi carne morará segura, 10 pues tú no abandonarás mi alma en el Seol, ni permitirás a tu Santo ver corrupción. 11 Me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre. Proverbios 4 18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día. 19 El camino de los impíos es como las tinieblas, no saben en qué tropiezan. 20 Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tu oído a mis razones; 21 que no se aparten de tus ojos, guárdalas en medio de tu corazón. 22 Porque son vida para los que las hallan, y salud para todo su cuerpo. 23 Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida. 24 Aparta de ti la boca perversa, y aleja de ti los labios falsos. 25 Miren tus ojos hacia adelante, y fíjese tu mirada en lo que está frente a ti. 26 Fíjate en el sendero de tus pies, y todos tus caminos serán establecidos. 27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal. Mateo 3 3 En aquellos días llegó* Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, diciendo: 2 Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. 3 Porque este es aquel a quien se refirió el profeta Isaías, diciendo: VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: "PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR, HACED DERECHAS SUS SENDAS." 4 Y él, Juan, tenía un vestido de pelo de camello y un cinto de cuero a la cintura; y su comida era de langostas y miel silvestre. 5 Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región alrededor del Jordán; 6 y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán. 7 Pero cuando vio que muchos de los fariseos y saduceos venían para el bautismo, les dijo: ¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? 8 Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento; 9 y no presumáis que podéis deciros a vosotros mismos: "Tenemos a Abraham por padre", porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. 10 Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. 11 Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; El os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 12 El bieldo está en su mano y limpiará completamente su era; y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible. Hebreos 12 12 Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, menospreciando la verguenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. 3 Considerad, pues, a aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni os desaniméis en vuestro corazón. 4 Porque todavía, en vuestra lucha contra el pecado, no habéis resistido hasta el punto de derramar sangre; 5 además, habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige: HIJO MIO, NO TENGAS EN POCO LA DISCIPLINA DEL SEÑOR, NI TE DESANIMES AL SER REPRENDIDO POR EL; 6 PORQUE EL SEÑOR AL QUE AMA, DISCIPLINA, Y AZOTA A TODO EL QUE RECIBE POR HIJO. 7 Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? 8 Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos . 9 Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? 10 Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero El nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. 11 Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia. 12 Por tanto, fortaleced las manos débiles y las rodillas que flaquean, 13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que la pierna coja no se descoyunte, sino que se sane.

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