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2 Crónicas 20:21
La Biblia
de las Américas (LBLA)
Victorias de Josafat
20 Y aconteció después
de esto, que los hijos de Moab y los hijos de Amón, y con ellos algunos de los meunitas[a], vinieron a
pelear contra Josafat.2 Entonces vinieron algunos y
dieron aviso a Josafat, diciendo: Viene contra ti una gran multitud de más allá
del mar, de Aram[b] y, he aquí, están en Hazezon-tamar, es decir, En-gadi. 3 Y Josafat tuvo miedo
y se dispuso a[c]buscar al Señor, y proclamó ayuno en todo Judá. 4 Y se reunió Judá para
buscarayuda del Señor; aun de todas las ciudades de
Judá vinieron para buscar alSeñor.
5 Entonces
Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa del Señor, delante del atrio
nuevo, 6 y
dijo: Oh Señor, Dios de nuestros
padres, ¿no eres tú Dios en los cielos? ¿Y no gobiernas tú sobre todos los
reinos de las naciones? En tu mano hay poder y fortaleza y no hay quien pueda
resistirte. 7 ¿No
fuiste tú, oh Dios nuestro, el que echaste a los habitantes de esta tierra
delante de tu pueblo Israel, y la diste para siempre a la descendencia[d] de tu amigo Abraham? 8 Y han habitado en
ella, y allí te han edificado un santuario a tu nombre, diciendo: 9 “Si viene mal sobre
nosotros, espada, juicio, pestilencia o hambre, nos presentaremos delante de
esta casa y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y clamaremos a
ti en nuestra angustia, y tú oirás y nos salvarás.” 10 Y ahora, he aquí, los
hijos de Amón y de Moab y del monte Seir, a quienes no permitiste que Israel
invadiera cuando salió de la tierra de Egipto (por lo cual se apartaron de
ellos y no los destruyeron), 11 mira cómo nos pagan, viniendo a
echarnos de tu posesión, la que nos diste en heredad. 12 Oh Dios nuestro, ¿no
los juzgarás? Porque no tenemos fuerza alguna delante de esta gran multitud que
viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer; pero nuestros ojos están vueltos
hacia ti.13 Y todo Judá estaba de
pie delante del Señor, con sus niños, sus
mujeres y sus hijos.
14 Entonces
el Espíritu del Señor vino en medio de la
asamblea sobre Jahaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo
de Matanías, levita de los hijos de Asaf, 15 y dijo: Prestad
atención, todo Judá, habitantes de Jerusalén ytú, rey Josafat: así os dice el Señor: “No temáis, ni os
acobardéis delante de esta gran multitud, porque la batalla no es vuestra, sino
de Dios. 16 “Descended
mañana contra ellos. He aquí ellos subirán por la cuesta de Sis, y los
hallaréis en el extremo del valle, frente al desierto de Jeruel. 17 “No necesitáis pelear en esta batalla;
apostaos y estad quietos, y ved la salvación del Señor con vosotros, oh Judá
y Jerusalén.” No temáis ni os acobardéis; salid mañana al encuentro de ellos
porque el Señor está con vosotros. 18 Y Josafat se inclinó
rostro en tierra, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron
delante del Señor, adorando al Señor. 19 Y se levantaron los
levitas, de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar al Señor, Dios de Israel, en
voz muy alta.
20 Se
levantaron muy de mañana y salieron al desierto de Tecoa; y cuando salían,
Josafat se puso en pie y dijo: Oídme, Judá y habitantes de Jerusalén, confiad
en el Señor vuestro Dios, y
estaréis seguros. Confiad en sus profetas y triunfaréis. 21 Y habiendo consultado
con el pueblo, designó a algunos que cantaran al Señor y a algunos que le alabaran en
vestiduras santas[e], conforme
salían delante del ejército y que dijeran: Dad gracias al Señor, porque para siempre
es su misericordia. 22 Y cuando comenzaron a
entonar cánticos y alabanzas, el Señor puso emboscadas contra los hijos de
Amón, de Moab y del monte Seir, que habían venido contra Judá, y fueron
derrotados[f]. 23 Porque los hijos de
Amón y de Moab se levantaron contra los habitantes del monte Seir destruyéndolos completamente, y
cuando habían acabado con los habitantes de Seir, cada uno ayudó a destruir a
su compañero.
24 Cuando
Judá llegó a la atalaya[g] del desierto, miraron
hacia la multitud, y he aquí, sólo había cadáveres tendidos
por tierra, ninguno había escapado. 25 Al llegar Josafat y
su pueblo para recoger el botín, hallaron mucho entre ellos, incluyendo
mercaderías, vestidos[h] y objetos preciosos
que tomaron para sí, más de lo que podían llevar. Y estuvieron tres días
recogiendo el botín, pues había mucho. 26 Al cuarto día se
reunieron en el valle de Beraca; porque allí bendijeron al Señor. Por tanto llamaron
aquel lugar el Valle de Beraca[i] hasta hoy. 27 Y todos los hombres
de Judá y de Jerusalén regresaron, con Josafat al frente de ellos, regresando a
Jerusalén con alegría, porque el Señor les había hecho
regocijarse sobre sus enemigos. 28 Entraron en
Jerusalén, en la casa delSeñor, con arpas, liras y
trompetas. 29 Y
vino el terror de Dios sobre todos los reinos de aquellas tierras cuando oyeron que el Señor había peleado contra
los enemigos de Israel. 30 El reino de Josafat
estuvo en paz, porque su Dios le dio tranquilidad por todas partes.
31 Y
reinó Josafat sobre Judá. Tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y
reinó veinticinco años en Jerusalén. Y el nombre de su madre eraAzuba,
hija de Silhi. 32 Y
anduvo en el camino de su padre Asa, y no se apartó de él, haciendo lo recto
ante los ojos del Señor. 33 Sin embargo, los
lugares altos no fueron quitados, pues el pueblo no había vuelto aún su corazón
al Dios de sus padres. 34 Los demás hechos de
Josafat, los primeros y los postreros, he aquí, están escritos en los anales de
Jehú, hijo de Hananí, que están mencionados en el libro de los reyes de Israel.
35 Después
de esto Josafat, rey de Judá, se alió con Ocozías, rey de Israel. Al hacer esto
obró impíamente. 36 Y
se alió con él para hacer naves que fueran a Tarsis, y construyeron las naves
en Ezión-geber. 37 Entonces
Eliezer, hijo de Dodava de Maresa, profetizó contra Josafat, diciendo: Por
cuanto te has aliado con Ocozías, el Señor ha destruido tus
obras. Y las naves fueron destruidas y no pudieron ir a Tarsis.
UN ENCUENTRO CON LA PALBRA
REFLEXION
¿Cómo Cuidar
De Tus Heridas Abiertas?
Publicado por: Devocionales en Devocional Diario 0
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“MÉDICO, CÚRATE A TI MISMO” (Lucas 4:23)
¿Sabías que
en el Antiguo Testamento un sacerdote no podía servir en la casa de Dios si
tenía alguna “costra”, que es una postilla no curada, o una herida abierta
(Levítico 21:20)? ¿Por qué? Porque cuando tienes alguna costra, no pasas el
control de calidad. No puedes acercarte a los demás, por si se tropiezan
contigo y te quitan la venda protectora. No estás en plena forma porque el
continuo dolor absorbe tus fuerzas. Tienes temor de hablar de tu herida por si
la gente te rechaza, y por eso llevas una máscara, tienes una doble vida y
llegas a ser una persona insegura y controladora. Y lo peor de todo, estás tan
ocupado trabajando para Dios y preocupándote de los demás, que piensas que no
tienes tiempo para parar y cuidar de ti mismo. La Biblia dice: “Médico, cúrate
a ti mismo”. (Lucas 4:23).
Medico Sanate
a Ti Mismo – ¿Cómo Cuidar De Tu Heridas?
¿Significa que las personas con algún “impedimento” no pueden trabajar para Dios? Claro que no, sino más bien lo contrario. Son precisamente los quebrantados los que llegan a ser expertos en curar. Pero primero tienes que tomarte tiempo para ser sanado. Jesús dijo que cuando un ciego guía a otro ciego, los dos caen en el hoyo (Mateo 15:14). Es difícil hablar a otros de victoria, cuando tú mismo vives en derrota. Es duro llevar sanidad emocional a otros, cuando tú todavía luchas con asuntos no resueltos de tu pasado. Cuando todavía estás sangrando, no puedes tratar los problemas de otros con la misma fe agresiva que tendrías si tú mismo hubieras superado tu propio impedimento. ¿Es malo tener un corazón herido? No, pero es malo no ocuparse de él. Así pues, pasa tiempo con Dios y deja que Él te restaure plenamente, a fin de que pueda usarte para ministrar de forma más eficaz a los demás.
¿Significa que las personas con algún “impedimento” no pueden trabajar para Dios? Claro que no, sino más bien lo contrario. Son precisamente los quebrantados los que llegan a ser expertos en curar. Pero primero tienes que tomarte tiempo para ser sanado. Jesús dijo que cuando un ciego guía a otro ciego, los dos caen en el hoyo (Mateo 15:14). Es difícil hablar a otros de victoria, cuando tú mismo vives en derrota. Es duro llevar sanidad emocional a otros, cuando tú todavía luchas con asuntos no resueltos de tu pasado. Cuando todavía estás sangrando, no puedes tratar los problemas de otros con la misma fe agresiva que tendrías si tú mismo hubieras superado tu propio impedimento. ¿Es malo tener un corazón herido? No, pero es malo no ocuparse de él. Así pues, pasa tiempo con Dios y deja que Él te restaure plenamente, a fin de que pueda usarte para ministrar de forma más eficaz a los demás.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Sustento en la
carrera
“…despojémonos de
todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que
tenemos por delante…” Hebreos 12:1 Versión Reina-Valera 1960
Cuando pensamos en correr quizás nos imaginamos una
persona atlética vestida con ropa de deportiva, audífonos colgando desde sus
orejas, en una mano empuña algunos dulces y en la otra una botella de agua
personal. Quizás hasta imaginemos que corre en una pradera muy de mañana,
cuando repunta el alba, o en un parque con otras personas que lo saludan
amigablemente.
Definitivamente, esa
parece la imagen perfecta de la carrera que todos quisiéramos tener en la vida.
Pero la realidad puede ser muy diferente.
Puede ser que en la carrera que recorremos solamente haya nubes negras, obstáculos por doquier, peligros asechando detrás de cada vuelta, árboles marchitos a cada paso. Puede ser que no haya un camino por donde guiarse, que cada paso sea más difícil por las piedras filosas y que sólo logremos escuchar críticas de las personas que están alrededor. Quizás ese sí es un cuadro más realista.
Puede ser que en la carrera que recorremos solamente haya nubes negras, obstáculos por doquier, peligros asechando detrás de cada vuelta, árboles marchitos a cada paso. Puede ser que no haya un camino por donde guiarse, que cada paso sea más difícil por las piedras filosas y que sólo logremos escuchar críticas de las personas que están alrededor. Quizás ese sí es un cuadro más realista.
En algún momento
sentiste que el camino no tiene fin y que a cada paso, pareciera que hay más
problemas que soluciones. Son esos momentos que se traducen en plegarias
pidiendo que todo termine rápido.
El pueblo de Dios
recorrió el desierto por 40 años y aunque nosotros tenemos ese dato, ellos no
sabían cuánto duraría su peregrinaje. Al leer la historia completa en Éxodo 16,
podemos notar que Dios no les acortó el camino, pero sí hizo un milagro en sus
vidas: “les proveyó el maná, un alimento que les daba fuerzas”
Cuando uno corre
siempre experimenta cansancio y desgaste, Dios lo sabe muy bien y quizás el
milagro que está derramando sobre tu vida no sea la solución inmediata al
problema que tienes, sino una fuerza especial para no rendirte y llegar hasta
el final. Esa es la gracia sustentadora de Dios.
Muchas veces los mejores frutos no surgen de la respuesta inmediata, sino con la perseverancia y la paciencia. Por último, recuerda que no se trata de pedir lo que uno quiere, sino de recibir lo que Dios, en su gran amor, quiere darnos.
Muchas veces los mejores frutos no surgen de la respuesta inmediata, sino con la perseverancia y la paciencia. Por último, recuerda que no se trata de pedir lo que uno quiere, sino de recibir lo que Dios, en su gran amor, quiere darnos.
Isaías 40:29 “El da
esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Versión
Reina-Valera 1960
Héctor Colque
CVCLAVOZ
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