facebook un encuentro con la palabra
Juan 3:23
La Biblia
de las Américas (LBLA)
Testimonio final de Juan el Bautista
22 Después de esto vino
Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea,
y estaba allí con ellos, y bautizaba. 23 Juan también
bautizaba en Enón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua[l]; y muchos venían y eran
bautizados. 24 Porque
Juan todavía no había sido metido en la cárcel.25 Surgió
entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la
purificación. 26 Y
vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira, el que estaba contigo al otro lado
del Jordán, de quien diste testimonio, está bautizando y todos van a El. 27 Respondió Juan y
dijo: Un hombre no puede recibir nada si no le es dado del cielo. 28 Vosotros mismos me
sois testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo[m], sino que he sido enviado delante de El.” 29 El que tiene la novia
es el novio, pero el amigo del novio, que está allí y le oye, se alegra
en gran manera con la voz del novio. Y por eso, este gozo
mío se ha completado. 30 Es necesario que El
crezca, y que yo disminuya.
31 El
que procede de arriba está por encima de todos; el que es de la tierra, procede[n] de la tierra y habla
de la tierra. El que procede del cielo está sobre todos. 32 Lo que El ha visto y
oído, de eso da testimonio; y nadie recibe su testimonio. 33 El que ha recibido su
testimonio ha certificado esto:
que Dios es veraz. 34 Porque aquel a quien
Dios ha enviado habla
las palabras de Dios, pues El da el Espíritu sin medida[o].35 El Padre ama al Hijo
y ha entregado todas las cosas en su mano. 36 El que cree en el
Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece[p] al Hijo no verá la
vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Nuestro Compromiso
Supremo En La Palabra de Dios
Publicado por: Devocionales en Devocionales 0
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MAESTRO, ¿CUÁL ES EL GRAN MANDAMIENTO EN LA LEY?
(Mateo 22:36)
Cuando le preguntaron
a Jesús: ¿Cuál es el mayor mandamiento?, su respuesta fue:“Amarás al Señor,
Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). Por ello, nuestro
compromiso supremo debería estar basado en esos dos grandes mandamientos. Pero
el problema es que nos enredamos en muchas cosas que nos impiden cumplir lo
anterior. La Biblia dice: Ninguno que milita se enreda en los negocios de la
vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado? (2 Timoteo 2:4). En
otras palabras, ten cuidado con las cosas en las que te involucras. Existen
tres clases de compromisos:
1) Compromisos
mayores.
Como casarse o comprarse una casa. Por desgracia, tendemos a no considerar bien el costo de éstos. Cuando compramos la casa, sólo pensamos en los metros cuadrados extra que vamos a tener, y no en la hora adicional que tendremos que pasar viajando todos los días al trabajo, ni en el tiempo que eso nos privará de estar con nuestra familia.
Como casarse o comprarse una casa. Por desgracia, tendemos a no considerar bien el costo de éstos. Cuando compramos la casa, sólo pensamos en los metros cuadrados extra que vamos a tener, y no en la hora adicional que tendremos que pasar viajando todos los días al trabajo, ni en el tiempo que eso nos privará de estar con nuestra familia.
Nuestro Compromiso
Supremo En La Palabra de DiosNuestro Compromiso Supremo En La Palabra de Dios
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2) Compromisos
rutinarios.
Pueden parecer banales, pero no se debe subestimar su importancia. Cualquier padre cuyo hijo forma parte de un equipo deportivo sabe cuánto tiempo suele llevar esa clase de compromisos.
Pueden parecer banales, pero no se debe subestimar su importancia. Cualquier padre cuyo hijo forma parte de un equipo deportivo sabe cuánto tiempo suele llevar esa clase de compromisos.
3) Compromisos
tácitos.
Éstos son los que nos hacemos a nosotros mismos pero muchas veces no cumplimos. En la vida, los compromisos mayores acaparan toda nuestra atención, sin embargo son los rutinarios los que acaban controlándonos. Al ser tantos, ocurrir a diario y parecer tan insignificantes por separado, no percibimos la discrepancia cada vez más grande entre lo que decimos que más nos importa y lo que en la práctica hacemos con nuestras vidas.
Éstos son los que nos hacemos a nosotros mismos pero muchas veces no cumplimos. En la vida, los compromisos mayores acaparan toda nuestra atención, sin embargo son los rutinarios los que acaban controlándonos. Al ser tantos, ocurrir a diario y parecer tan insignificantes por separado, no percibimos la discrepancia cada vez más grande entre lo que decimos que más nos importa y lo que en la práctica hacemos con nuestras vidas.
Así que Jesús lo
simplificó: “Amarás al Señor Amarás a tu prójimo” (Mateo 22:37-39). Cuando
mides tu vida con ese criterio, tienes más posibilidades de vivir de acuerdo a
los compromisos que de verdad merecen la pena.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Administrador.
Muchos pasajes de la
Biblia describen a Jesús como siervo. Uno de ellos es Filipenses 2:5-8 que
dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
Versión Reina-Valera 1960
La pregunta es: ¿Podemos decir que esta definición de
siervo también se ajusta a nosotros? Es decir, ¿nos despojamos de nuestros
intereses personales y actuamos constantemente en obediencia a Dios?
Uno de los versículos
que más me han hecho pensar con relación a las formas en las que estamos
llamados a servir dentro del Reino de los Cielos es Colosenses 1:16 que dice:
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las
que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados,
sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” Versión
Reina-Valera 1960
El versículo no se
refiere únicamente a todo lo creado en el principio y detallado en Génesis 1,
sino también a todo lo que hoy podemos ver. En realidad todo le pertenece a
Dios y existe porque Él así lo ha permitido. Ni siquiera nuestro cuerpo nos
pertenece, 1 Corintios 6:19.
Si todo le pertenece
a Dios, nosotros nos convertimos automáticamente en administradores. Esta
realidad es reforzada con la parábola de los talentos relatada por Jesús, en la
cual menciona a un hombre (Dios) que dejó sus bienes a sus siervos y se fue,
pero al volver les pidió cuentas, Mateo 25:14-30.
Esto quiere decir que
no sólo el diezmo le pertenece a Dios sino todo el dinero, no sólo el domingo
sirve para alabar su nombre sino que todos los días, no deberíamos disponer
sólo un poco de tiempo al día para un devocional y orar, sino que deberíamos
meditar en su palabra de día y de noche. Incluso nuestro cuerpo debe ser
administrado de mejor manera con ejercicios y con comida más saludable.
Pero no te confundas.
No es que Dios no quiere que vayas de vez en cuando al cine y que comas algo
sabroso con tus amigos, que sepas comprar buena ropa para vestirte y que
procures ahorrar para realizar algún viaje de vacaciones. Es más, a Él le
interesa que prospere tu vida así como prospera tu alma, 3 Juan 1:2.
Pero ahora que
conoces esta realidad, procura ser buen administrador de todo lo que se te ha
entregado, incluso de tu tiempo, porque algún día tendrás que rendir cuentas
por todo.
Héctor Colque
CVCLAVOZ
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