facebook un encuentro con la palabra
Números 8:5-7
La Biblia
de las Américas (LBLA)
La purificación de los levitas
5 De nuevo el Señor habló a Moisés,
diciendo: 6 Toma
de entre los hijos de Israel a los levitas y purifícalos. 7 Así harás con ellos
para[d] su purificación: rociarás sobre ellos agua
purificadora[e], y que ellos
hagan pasar una navaja sobre todo su cuerpo[f], laven sus
ropas y quedarán purificados. 8 Tomarán entonces un
novillo[g] con su ofrenda de
cereal, flor de harina mezclada con aceite; y tú tomarás otro novillo[h] como ofrenda por el
pecado. 9 Y
harás que se acerquen los levitas delante de la tienda de reunión. Reunirás
también a toda la congregación de los hijos de
Israel, 10 y
presentarás a los levitas delante del Señor; y los hijos de
Israel pondrán sus manos sobre los levitas. 11 Entonces Aarón presentará[i] a los levitas delante
del Señor, como ofrenda mecida de los hijos de
Israel, para que ellos puedan cumplir el ministerio del Señor.12 Los
levitas pondrán sus manos sobre la cabeza de los novillos, yentonces
ofrecerán uno como ofrenda por el pecado y el otro como holocausto al Señor, para hacer
expiación por los levitas. 13 Harás que los levitas
estén de pie delante de Aarón y delante de sus hijos, para presentarlos como
ofrenda mecida al Señor.
14 Así
separarás a los levitas de entre los hijos de Israel, y los levitas serán míos. 15 Y después de eso, los
levitas podrán entrar para ministrar en la tienda de reunión, tú los
purificarás y los presentarás como ofrenda mecida; 16 porque son
enteramente dedicados para[j] mí de entre los hijos
de Israel. Los he tomado para mí en lugar de todo primer fruto de la[k] matriz, los primogénitos
de todos los hijos de Israel. 17 Porque míos son todos
los primogénitos de
entre los hijos de Israel, tanto de hombres como de animales; el día en que
herí a todo primogénito en la tierra de Egipto, los santifiqué para mí. 18 Pero he tomado a los levitas
en lugar de los primogénitos de entre los hijos de Israel. 19 Y he dado a los
levitas como un don[l] a Aarón y a sus hijos
de entre los hijos de Israel, para cumplir el ministerio de los hijos de Israel
en la tienda de reunión y para hacer expiación en favor de los hijos de Israel,
para que no haya plaga entre los hijos de Israel al acercarse al
santuario.
20 Así
hicieron a los levitas Moisés, Aarón y toda la congregación de los hijos de
Israel; conforme a todo lo que el Señor había mandado a
Moisés acerca de los levitas, así hicieron con ellos los hijos de Israel. 21 Los levitas se
purificaron a sí mismos de pecados, y lavaron sus ropas; y Aarón los presentó
como ofrenda mecida delante del Señor. También Aarón hizo
expiación por ellos para purificarlos. 22 Entonces, después de
eso, los levitas entraron para cumplir su ministerio en la tienda de reunión
delante de Aarón y delante de sus hijos; como el Señor había ordenado a
Moisés acerca de los levitas, así hicieron con ellos.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Cristiano: ¿Estás
Dando Fruto?
Publicado por: Devocionales en Devocional Diario 0
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“EL FRUTO DEL ESPÍRITU” (Gálatas 5: 22-23)
Fíjate en tres cosas concernientes al fruto:
Fíjate en tres cosas concernientes al fruto:
Primero, el fruto es
visible.
¿Recuerdas el método de aprendizaje de “mostrar y decir” que algunas escuelas aplicaban? Escribe Santiago: “Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:18). No es suficiente “cacarear” si luego “no pones huevos”. Debes hablar y actuar ante los demás a diario.
¿Recuerdas el método de aprendizaje de “mostrar y decir” que algunas escuelas aplicaban? Escribe Santiago: “Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:18). No es suficiente “cacarear” si luego “no pones huevos”. Debes hablar y actuar ante los demás a diario.
Segundo, el fruto
refleja la identidad del árbol en el que crece.
Si es un manzano, producirá manzanas. Cuanto más sometas tu vida a Cristo, más te parecerás a Él.
Si es un manzano, producirá manzanas. Cuanto más sometas tu vida a Cristo, más te parecerás a Él.
Tercero, el fruto es
siempre para beneficio de otros.
Nunca verás al fruto comiéndose a sí mismo, ni diciendo: “No quiero que me recojan”. El buen fruto hace que alguien lo desee y lo recoja.
Nunca verás al fruto comiéndose a sí mismo, ni diciendo: “No quiero que me recojan”. El buen fruto hace que alguien lo desee y lo recoja.
El Espíritu Santo
desea producir fruto en ti para que otros se alimenten de ti y sean nutridos.
Por el contrario, todas las obras de la carne son egoístas. La carne dice: “Me
vuelves loco, no estoy contento. Tienes lo que yo quiero. Me irritas”. Sin
embargo el fruto del Espíritu tiene como centro a Cristo y a los demás. Fíjate
bien que la palabra “fruto” es singular, a pesar de que Pablo da una lista de
nueve clases de fruto espiritual: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; todos ellos proceden del mismo árbol. Este
árbol puede producir todo lo que necesitas para cada área de tu vida. No
necesitas ir al Espíritu Santo para obtener paz y a otro lugar para conseguir
amor. O ir al Espíritu a por paciencia y a otra persona para templanza. Todos
están en el árbol del Espíritu. Entonces, ¿estás dando fruto?.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
El tiempo de resistir.
“Someteos, pues, a
Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7).
Hay momentos en la
vida en que vemos nuestro avance o progreso, todo lo que hacemos parece
prosperar y crecer, gozamos de buena salud y todo parece a nuestro favor. Sin
embargo, hay otros tiempos en los que a pesar de estar haciendo lo mismo que
antes, ciertas respuestas no llegan y las circunstancias de la vida parecen
agobiarnos.
Sabemos que libramos
diariamente una guerra espiritual que aunque no la vemos, esto no la hace menos
real que el mundo visible. Tampoco nuestra voluntad de participar es relevante
ya que de cualquier manera somos parte de esta batalla que se libra en los
aires.
La Biblia nos habla
de resistir al diablo y la promesa es que haciendo esto huirá de nosotros, por
lo cual, pareciera que hay tiempos en los cuales nuestra tarea es simplemente
resistir los ataques del enemigo. Quizás la pregunta sea ¿De qué manera podemos
resistir? El mismo versículo y algunos subsiguientes nos aportan una respuesta.
En primer lugar debemos someternos a Dios, esto implica rendirnos en humildad
delante de Él, enderezar nuestros caminos conforme a su voluntad y descansar
confiando en que Dios pelea por nosotros.
El sometimiento
implica humildad y obediencia. La humildad, en cuanto a entregarle a Dios el control
de nuestra vida y la obediencia cuando somos capaces de hacer los ajustes
necesarios para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, confiando en sus planes
y propósitos, reconociéndolos superiores a los nuestros. No podemos resistir a
Satanás y sus huestes de maldad simplemente con nuestras fuerzas humanas, por
lo tanto es clave permanecer en Dios, para hacerlo de manera exitosa.
Para esto debemos
seguir los consejos del versículo siguiente “Pecadores, limpiad las manos; y
vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”. (Santiago 4: 8).
La purificación
comienza con la identificación de lo que sabemos que nos separa de Dios y
continúa con el arrepentimiento, de esta manera permitimos que Dios quite toda
influencia de Satanás en nuestras vidas.
Luego de esto es
importante tomar la armadura de Dios: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos
en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios,
para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
“Porque no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios,
para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar
firmes.” (Efesios 6:10-13).
Pablo continúa
diciéndonos en que consiste esta armadura: “Estad, pues, firmes, ceñidos
vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
y calzados los pies
con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe,
con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo
de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;” (Efesios
6:14-17).
Por lo tanto, si te encuentras en uno de esos tiempos en que las bendiciones aparentan estar frenadas y los problemas, lejos de solucionarse parecen multiplicarse, vístete de la armadura de Dios y resiste permaneciendo en Él para alcanzar tu victoria.
Por lo tanto, si te encuentras en uno de esos tiempos en que las bendiciones aparentan estar frenadas y los problemas, lejos de solucionarse parecen multiplicarse, vístete de la armadura de Dios y resiste permaneciendo en Él para alcanzar tu victoria.
Daniel Zangaro
CVCLAVOZ
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