miércoles, 22 de junio de 2016

SALMO 106:9-11 LA REBELDIA DE ISRAEL Y LA LIBERACION DEL SEÑOR


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Salmos 106:9-11 La Biblia de las Américas (LBLA)

La rebeldía de Israel y la liberación del Señor



106 ¡Aleluya[a]!
Dad gracias al Señor, porque es bueno;
porque para siempre es su misericordia.
¿Quién puede relatar los poderosos hechos del Señor,
o expresar toda su alabanza?
Bienaventurados los que guardan el juicio[b],
los que practican[c] la justicia en todo tiempo.
Acuérdate de mí, oh Señor, en tu bondad hacia[d] tu pueblo;
visítame con tu salvación,
para que yo vea la prosperidad de tus escogidos,
para que me regocije en la alegría de tu nación,
para que me gloríe con tu heredad[e].
Nosotros hemos pecado como[f] nuestros padres,
hemos hecho iniquidad, nos hemos conducido impíamente.
Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas;
no se acordaron de tu infinito amor[g],
sino que se rebelaron junto al mar, en el mar Rojo[h].
No obstante, los salvó por amor de su nombre,
para manifestar su poder.
Reprendió, pues, al mar Rojo, y se secó;
y los condujo por las profundidades, como por un desierto.
10 Los salvó de mano[i] del que los odiaba,
y los redimió de mano[j] del enemigo.
11 Las aguas cubrieron a sus adversarios,
ni uno de ellos escapó.
12 Entonces creyeron en sus palabras,
y cantaron su alabanza.
13 Pero pronto se olvidaron de sus obras;
no esperaron su consejo.
14 Tuvieron apetitos desenfrenados en el desierto,
y tentaron[k] a Dios en las soledades.
15 El les concedió lo que pedían,
pero envió una plaga mortal sobre ellos[l].
16 Cuando en el campamento tuvieron envidia de Moisés,
y de Aarón, el santo del Señor,
17 la tierra se abrió y tragó a Datán,
y se cerró sobre[m] el grupo[n] de Abiram.
18 Un fuego ardió contra su grupo[o],
la llama consumió a los impíos.
19 Hicieron un becerro en Horeb,
y adoraron una imagen de fundición;
20 cambiaron su gloria
por la imagen de un buey que come hierba.
21 Se olvidaron de Dios su Salvador,
que había hecho grandes cosas en Egipto,
22 maravillas en la tierra de Cam,
y cosas asombrosas en el mar Rojo.
23 El dijo que los hubiera destruido,
de no haberse puesto Moisés, su escogido, en la brecha delante de El,
a fin de apartar su furor para que no los destruyera.
24 Aborrecieron la tierra deseable,
no creyeron en su palabra,
25 sino que murmuraron en sus tiendas,
y no escucharon la voz del Señor.
26 Por tanto, les juró[p]
abatirlos en el desierto,
27 y esparcir su simiente entre las naciones,
y dispersarlos por las tierras.
28 Se unieron también a Baal-peor[q],
y comieron sacrificios ofrecidos a los muertos.
29 Le provocaron, pues, a ira con sus actos,
y la plaga se desató entre ellos.
30 Entonces Finees se levantó e intervino[r],
y cesó la plaga.
31 Y le fue contado por justicia
por todas las generaciones para siempre.
32 También le hicieron enojarse en las aguas de Meriba[s],
y le fue mal a Moisés por culpa de ellos,
33 puesto que fueron rebeldes contra su Espíritu[t],
y él habló precipitadamente con sus labios.
34 No destruyeron a los pueblos,
como el Señor les había mandado,
35 sino que se mezclaron con las naciones,
aprendieron sus costumbres[u],
36 y sirvieron a sus ídolos
que se convirtieron en lazo para ellos.
37 Sacrificaron a sus hijos y a sus hijas a los demonios,
38 y derramaron sangre inocente,
la sangre de sus hijos y de sus hijas,
a quienes sacrificaron a los ídolos de Canaán,
y la tierra fue contaminada con sangre.
39 Así se contaminaron en sus costumbres[v],
y fueron infieles[w] en sus hechos.
40 Entonces se encendió la ira del Señor contra su pueblo,
y El aborreció su heredad[x].
41 Los entregó en mano de las naciones[y],
y los que los aborrecían se enseñorearon sobre ellos.
42 Sus enemigos también los oprimieron,
y fueron subyugados bajo su poder[z].
43 Muchas veces los libró;
ellos, sin embargo, fueron rebeldes a su consejo,
y se hundieron en su iniquidad.
44 Sin embargo, El vio su angustia
al escuchar su clamor;
45 y por amor a ellos se acordó de su pacto,
y se arrepintió[aa] conforme a la grandeza de su misericordia.
46 Les hizo también objeto de compasión
en presencia de todos los que los tenían cautivos.
47 Sálvanos, oh Señor, Dios nuestro,
y reúnenos de entre las naciones,
para dar gracias a tu santo nombre,
y para gloriarnos[ab] en tu alabanza.
48 Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde la eternidad y hasta la eternidad.
Y todo el pueblo diga: Amén.
¡Aleluya[ac]!



UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Cómo Vencer El Miedo A La Escasez Según La Biblia?
Publicado por: Devocionales en Versículos Bíblicos - Textos Bíblicos, Versiculos de la Biblia 0


“…PERO LOS QUE BUSCAN [REQUIEREN, ANHELAN] AL SEÑOR [CON EL DERECHO QUE LES CONFIERE SU NECESIDAD Y LA AUTORIDAD DE SU PALABRA] NO TENDRÁN FALTA DE NINGÚN BIEN” (Salmos 34:10 parafraseado).
Crecer en la pobreza no es un problema, mientras la pobreza no crezca en ti y condicione tu forma de pensar. A un personaje famoso le preguntaron cómo se sentía respecto a haber crecido en una familia pobre. Curiosamente confesó que todavía sufría de ansiedad de no tener lo suficiente para el futuro. Por ello solía ser extremadamente frugal, consideraba su dinero como algo ficticio y no se relajaba y disfrutada de las bendiciones que depara el éxito. Su esposa, por el contrario había traído equilibro a la relación con una mentalidad justa de dar, gastar, y ahorrar. ¿Quién crees que es responsable de tus logros, tú o Dios? Si crees que eres tú serás siempre vulnerable a la gente, las circunstancias y la coyuntura económica.
Pero cuando estás convencido de que Dios es responsable de tu éxito, lo que ganas lo puedes mantener. Solo hay dos alternativas: ¡confiar en ti o confiar en Dios! Escribe el salmista: “Temed al Señor vosotros sus santos, pues nada falta a los que lo temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; “pero los que buscan [requieren, anhelan] al Señor [con el derecho que les confiere su necesidad y la autoridad de Su Palabra] no tendrán falta de ningún bien” (Salmos 34:10 parafraseado). Quizás pienses que esa es una promesa solo del Antiguo Testamento. Pues aquí tienes una del Nuevo: “…Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).
“EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTARÁ” (Salmos 23:1)
¿Por qué nos compara la Biblia a ovejas? Porque estas son las criaturas más dependientes del mundo y tienen que confiar en el pastor para que supla todas sus necesidades. Así es como Dios quiere que vivas: dependiendo de Él. Cuando estás de continuo lleno de temor a la escasez no estás confiando en Dios lo suficiente. Este temor conlleva otros, como el miedo a quedarnos incapacitados, o a envejecer, o a invertir, o a jubilarnos pobres. En su forma más extrema el temor a la escasez puede causar tal ansiedad que necesites tomar medicamentos y tranquilizantes. También es una de las causas de la avaricia. Puedes estar tan obsesionado con asegurarte de tener lo suficiente que acaparas más de lo que nunca vayas a necesitar.
También te puede hacer un adicto al trabajo, visto como medio para que ni tú ni tus hijos nunca sufráis incomodidades, contrariedades o desesperación. Y como todos los temores, está basado en un concepto erróneo de Dios, y sobre todo de Su capacidad de cuidarte y Su disposición a hacerlo. “El Señor es mi pastor [quien me alimenta, guía y protege], nada me faltará” (Salmos 23:1). Deja de vivir como si no creyeras lo que Dios te ha prometido. Una buena estrategia es aprender las promesas bíblicas, entender las que son condicionales, cumplir las condiciones y descansar en Su amor y fidelidad. Eso no significa que te quedes con los brazos cruzados y esperes a que Dios haga lo que tú eres capaz de hacer. Tú debes llevar a cabo lo natural y confiarle a Él lo sobrenatural.
“A AQUEL QUE ES PODEROSO PARA HACER TODAS LAS COSAS MUCHO MÁS ABUNDANTEMENTE DE LO QUE PEDIMOS O ENTENDEMOS, SEGÚN EL PODER QUE ACTÚA EN NOSOTROS” (Efesios 3:20).
A continuación presentamos unas estrategias bíblicas para vencer el miedo a la escasez:
1) Dale a Dios el diezmo de tus ingresos (véase Malaquías 3:8-12; Mateo 23:23).
No debatas si es una regla del Antiguo Testamento o un requisito del Nuevo. ¿No prefieres hacer más de lo demandado que comprobar demasiado tarde que te quedaste corto de las expectativas de Dios?
2) Vive de acuerdo a la regla 10-10-80.
Después de dar a Dios el primer 10 por ciento de tus ingresos, ahorra el segundo 10 por ciento y cíñete a vivir con el 80 por ciento restante.
3) Confronta las áreas en las que tu temor a la escasez es mayor.
¿La comida? ¿La vivienda? ¿El transporte? ¿La salud? ¿La jubilación? Ahora desecha esas imaginaciones y sustitúyelas con esta promesa: “Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).
4) No dependas exclusivamente de tus credenciales, tu capacidad de venderte, tus contactos e influencias o la seguridad de tu provisión financiera.
Sácale el máximo rendimiento a tus capacidades pero en última estancia confía únicamente en el poder de Dios. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Aquí Él no está hablando solo de la vida espiritual sino también de todos los otros aspectos vitales. En este día, cree y recibe lo que Jesús ha prometido por fe y empieza a vivir en abundancia.



UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Fuiste perdonado, ahora hazlo tú.


“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4:32
Necesitamos tanto el perdón para nuestras almas como alimento para nuestros cuerpos.
Como humanos somos sensibles a las ofensas, ya sea en acción, omisión o palabras; nos sentimos tan afectados cuando ocurren que las creemos imperdonables. Pero, ¿Por qué no pensamos en aquellas cosas con las que agraviamos a Dios?. Lo deshonramos tanto que nos vemos impedidos de gozar de su amor.
Nuestra culpa, aun cuando procuramos rechazarla, nos pesa y esa es la fuente de muchos sufrimientos e incluso enfermedades.
El mensaje esencial de las escrituras consiste en que Jesucristo pagó las deudas por nuestras ofensas y cuando fallamos el perdón de Dios se hace evidente en nuestras vidas.
Nosotros también debemos perdonar a quienes nos han ofendido. Pero, ¿Cómo responder a una ofensa? No podemos negar el hecho, ni aun reconciliarnos, teniendo en poco el asunto sin tratarlo a fondo; es decir, perdonar sólo en palabras o ignorarlo no ayuda.
¿Qué hacer? Con humildad y dispuesto a reconocer nuestras propias faltas, debemos acercarnos a quienes nos ofendieron y perdonar. No es una tarea fácil pero Dios te dará el valor para perdonar y eso permitirá no sólo tu curación y liberación sino también la de la otra persona.
Otorgar el perdón es imitar a Jesús y sobre todo recordar que nosotros mismos fuimos perdonados.
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente.” 1 Pedro 2:21-23.


Telma Céspedes
CVCLAVOZ

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