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encuentro con la palabra
Hechos 711
La Biblia
de las Américas (LBLA)
Discurso de Esteban
7 Y el sumo sacerdote
dijo: ¿Es esto así?
2 Y
él dijo: Escuchadme, hermanos y
padres. El Dios de gloria apareció a nuestro
padre Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitara en Harán, 3 y le dijo: “Sal de tu tierra y de tu parentela, y ve a la tierra
que yo te mostrare.” 4 Entonces él salió de
la tierra de los caldeos y se radicó en Harán. Y de allí, después de la muerte
de su padre, Dios lo trasladó a esta
tierra en la cual ahora vosotros habitáis. 5 No le dio en ella
heredad, ni siquiera la medida de la planta del pie, y sin embargo,
aunque no tenía hijo, prometió que se la daria en posesion a el y a su descendencia
despues de el. 6 Y Dios dijo así: “Que sus descendientes serian extranjeros en una tierra
extraña, y que serian esclavizados y maltratados[a] por cuatrocientos años. 7 “Pero yo mismo juzgare a cualquier nacion de la cual
sean esclavos” —dijo Dios— “y despues de eso saldran y me serviran[b] en este lugar.” 8 Y Dios le dio el pacto[c] de la circuncisión; y
así Abraham vino a ser el padre
de Isaac, y lo circuncidó al octavo día; e Isaac vino a ser el padre de Jacob, y Jacob de
los doce patriarcas.
9 Y
los patriarcas tuvieron envidia de José y lo vendieron para Egipto. Pero Dios
estaba con él, 10 y
lo rescató de todas sus aflicciones, y le dio gracia y sabiduría delante
de Faraón, rey de Egipto, y éste lo puso por
gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.
11 Entonces
vino hambre sobre todo Egipto y Canaán, y con ella gran aflicción; y
nuestros padres no hallaban alimentos. 12 Pero cuando Jacob supo[d] que había grano[e] en Egipto, envió a
nuestros padres allá la primera vez. 13 En la segunda visita,
José se dio a conocer a sus hermanos, y conoció[f] Faraón el linaje de
José. 14 Y
José, enviando mensaje,
mandó llamar a Jacob su padre y a toda su parentela, en total setenta y cinco personas. 15 Y Jacob descendió a
Egipto, y allí murió él y también nuestros padres. 16 Y de allí fueron trasladados a
Siquem, y puestos en el sepulcro que por una suma de dinero había comprado
Abraham a los hijos de Hamor en Siquem.
17 Pero
a medida que se acercaba el tiempo de la promesa que
Dios había confirmado a Abraham, el pueblo crecía y se multiplicaba en Egipto, 18 hasta que surgio otro rey en Egipto que no sabia nada de Jose. 19 Este rey,
obrando con astucia contra nuestro pueblo[g], maltrató a
nuestros padres, a fin de que expusieran a la muerte a[h] sus niños para que no
vivieran. 20 Fue
por ese tiempo que Moisés nació. Era hermoso a la vista de Dios[i], y fue criado
por tres meses en la casa de su padre. 21 Después de ser
abandonado[j] para morir,
la hija de Faraón se lo llevó[k] y lo crió como su
propio hijo. 22 Y
Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era un hombre
poderoso en palabras y en hechos. 23 Pero cuando iba a
cumplir la edad de cuarenta años, sintió[l] en su corazón el
deseo de visitar a sus hermanos, los hijos de Israel.24 Y
al ver que uno de ellos era tratado
injustamente, lo defendió y vengó al[m]oprimido matando[n] al egipcio. 25 Pensaba que sus
hermanos entendían que Dios les estaba dando libertad[o] por medio de él[p], pero ellos no
entendieron.26 Al día siguiente se
les presentó, cuando dos de ellos reñían, y trató
de poner paz entre ellos, diciendo: “Varones, vosotros sois hermanos, ¿por qué
os herís[q] el uno al otro?” 27 Pero el que estaba
hiriendo[r] a su prójimo lo
empujó, diciendo: “¿Quien te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? 28 “¿Acaso quieres matarme como mataste ayer al egipcio?” 29 Al oír estas
palabras, Moises huyo y se convirtio en extranjero en la tierra
de Madian, donde fue padre de dos hijos.
30 Y
pasados cuarenta años, se le aparecio un angel en el desierto del monte Sinaí, en la llama de una zarza que ardia. 31 Al ver esto, Moisés
se maravillaba de la visión, y al acercarse para ver mejor, vino a él la voz del Señor: 32 “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de
Isaac, y de Jacob.” Moisés temblando,
no se atrevía a mirar. 33 Pero el Señor le dijo: “Quitate las sandalias de los
pies, porque el lugar donde estas es tierra santa. 34 “Ciertamente he visto la opresion de mi pueblo en Egipto
y he oido sus gemidos, y he descendido para librarlos; ven[s] ahora y te enviare a Egipto.”
35 Este
Moisés, a quien ellos rechazaron, diciendo: “¿Quien te ha puesto por gobernante y juez?”
es el mismo que Dios envió[t] para ser gobernante y
libertador con la ayuda[u] del ángel que se le
apareció en la zarza. 36 Este hombre los sacó,
haciendo prodigios y señales[v] en la tierra de
Egipto, en el mar Rojo y en el desierto por cuarenta años. 37 Este es el mismo Moisés que dijo a los
hijos de Israel: “Dios os levantara un profeta como yo[w] de entre vuestros hermanos.” 38 Este es el que estaba
en la congregación[x] en el desierto junto con el ángel
que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y el que recibió
palabras[y] de vida para transmitirlas a
vosotros; 39 al
cual nuestros padres no quisieron obedecer[z], sino que lo
repudiaron, y en sus corazones regresaron a Egipto, 40 diciendo a Aaron: “Haznos dioses que vayan delante de
nosotros, porque a este Moises que nos saco de la tierra de Egipto, no sabemos
lo que le haya pasado.” 41 En aquellos días
hicieron un becerro y ofrecieron sacrificio al ídolo, y se regocijaban en las
obras de sus manos. 42 Pero Dios se apartó de ellos y los entregó para
que sirvieran[aa] al ejército del cielo[ab], como está
escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso fue a mi a quien ofrecisteis victimas y sacrificios en el
desierto por cuarenta años, casa de Israel? 43 Tambien llevasteis el tabernaculo de Moloc, y la
estrella del dios Renfan, las imagenes que hicisteis para adorarlas. Yo tambien
os deportare mas alla de Babilonia.
44 Nuestros
padres tuvieron el tabernáculo del testimonio en el desierto, tal como le había ordenado que lo
hiciera Aquél que habló a Moisés, conforme al modelo que había visto. 45 A su vez, habiéndolo
recibido, nuestros padres lo introdujeron con Josué al tomar[ac] posesión de las
naciones[ad] que Dios arrojó de
delante de nuestros padres, hasta los días de David. 46 Y David[ae] halló gracia delante
de Dios, y pidió el favor de hallar una morada
para el Dios[af] de Jacob. 47 Pero fue Salomón
quien le edificó una casa. 48 Sin embargo, el
Altísimono habita en casas hechas por manos de hombres;
como dice el profeta:
49 El cielo es mi trono,
y la tierra el estrado de mis pies;
¿que casa me edificareis? —dice el Señor—
¿O cual es el lugar de mi reposo?
50 ¿No fue mi mano la que hizo todas estas cosas?
y la tierra el estrado de mis pies;
¿que casa me edificareis? —dice el Señor—
¿O cual es el lugar de mi reposo?
50 ¿No fue mi mano la que hizo todas estas cosas?
51 Vosotros,
que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís
siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis
vosotros. 52 ¿A
cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que
antes habían anunciado la venida del Justo, del cual ahora vosotros os
hicisteis traidores y asesinos; 53 vosotros que
recibisteis la ley por disposición de ángeles y sin embargo no la guardasteis.
REFLEXION
Cuida tu mente y corazón
Son muy pocas las personas
que al cometer un error reconocen que se equivocaron y piden perdón por ello;
la mayoría trata de encontrar un culpable en vez de asumir su responsabilidad.
Un claro ejemplo es lo que pasó con Adán y Eva en el huerto del Edén, quienes
en vez de arrepentirse por haber desobedecido a Dios echaron la culpa a un
tercero por su mal proceder.
No podemos negar que el enemigo conoce muy bien nuestras debilidades, nos tienta con cosas y personas agradables y deseables a nuestra vista, trabaja sutilmente en nuestra mente y es ahí donde gana las batallas. Como hijos de Dios no debemos permitírselo, necesitamos pedirle diariamente al Espíritu Santo que nos de discernimiento para rechazar todo aquello que no viene de Dios y nos aparta de Él porque al pecar sólo lastimamos su corazón y le causamos mucho dolor. Aunque nuestro Padre Celestial siempre trate de evitarnos sufrimiento somos nosotros los que al final de cuentas decidimos usando el libre albedrío.
Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos. 1 Pedro 5:8-9 (NVI)
Cuando dejamos de orar, de leer la Biblia, ayunar y asistir a la iglesia, nos vamos debilitando espiritualmente y es cuando más vulnerables nos hacemos a los ataques del enemigo. Erróneamente llegamos a pensar que Dios se alejó de nosotros, cuando en realidad fuimos nosotros los que nos distanciamos de Él.
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia. Deuteronomio 30:19 (RVR 1960)
Debemos estar conscientes de que no podremos ganar ninguna batalla si estamos en pecado porque Dios lo aborrece, incluso nuestras oraciones se ven afectadas. Necesitamos confesárselos para que nos purifique y santifique, para que nuestra relación con Él sea restaurada y escuche nuestro clamor además para inhabilitar los planes del enemigo sobre nuestras vidas y familias.
No permitas que un pensamiento negativo entre a tu mente y permanezca en tu corazón.
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