jueves, 2 de enero de 2014

EL PELIGRO

Lam.5.1. Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido; Mira, y ve nuestro oprobio. Lam.5.2. Nuestra heredad ha pasado a extraños, Nuestras casas a forasteros. Lam.5.3. Huérfanos somos sin padre; Nuestras madres son como viudas. Lam.5.4. Nuestra agua bebemos por dinero; Compramos nuestra leña por precio. Lam.5.5. Padecemos persecución sobre nosotros; Nos fatigamos, y no hay para nosotros reposo. Lam.5.6. Al egipcio y al asirio extendimos la mano, para saciarnos de pan. Lam.5.7. Nuestros padres pecaron, y han muerto; Y nosotros llevamos su castigo. Lam.5.8. Siervos se enseñorearon de nosotros; No hubo quien nos librase de su mano. Lam.5.9. Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan Ante la espada del desierto. Lam.5.10. Nuestra piel se ennegreció como un horno A causa del ardor del hambre. Lam.5.11. Violaron a las mujeres en Sion, A las vírgenes en las ciudades de Judá. Lam.5.12. A los príncipes colgaron de las manos; No respetaron el rostro de los viejos. Lam.5.13. Llevaron a los jóvenes a moler, Y los muchachos desfallecieron bajo el peso de la leña. Lam.5.14. Los ancianos no se ven más en la puerta, Los jóvenes dejaron sus canciones. Lam.5.15. Cesó el gozo de nuestro corazón; Nuestra danza se cambió en luto. Lam.5.16. Cayó la corona de nuestra cabeza; ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos. Lam.5.17. Por esto fue entristecido nuestro corazón, Por esto se entenebrecieron nuestros ojos, Lam.5.18. Por el monte de Sion que está asolado; Zorras andan por él. Lam.5.19. Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre; Tu trono de generación en generación. Lam.5.20. ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros, Y nos abandonas tan largo tiempo? Lam.5.21. Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; Renueva nuestros días como al principio. Lam.5.22. Porque nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera. Hec.19.23. Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino. Hec.19.24. Porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices; Hec.19.25. a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; Hec.19.26. pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Efeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. Hec.19.27. Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero. Hec.19.28. Cuando oyeron estas cosas, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios! Hec.19.29. Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. Hec.19.30. Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron. Hec.19.31. También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, le enviaron recado, rogándole que no se presentase en el teatro. Hec.19.32. Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían reunido. Hec.19.33. Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los judíos. Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería hablar en su defensa ante el pueblo. Hec.19.34. Pero cuando le conocieron que era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios! Hec.19.35. Entonces el escribano, cuando había apaciguado a la multitud, dijo: Varones efesios, ¿y quién es el hombre que no sabe que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? Hec.19.36. Puesto que esto no puede contradecirse, es necesario que os apacigüéis, y que nada hagáis precipitadamente. Hec.19.37. Porque habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa. Hec.19.38. Que si Demetrio y los artífices que están con él tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden, y procónsules hay; acúsense los unos a los otros. Hec.19.39. Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se puede decidir. Hec.19.40. Porque peligro hay de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso. 2Co.11.24. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 2Co.11.25. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; 2Co.11.26. en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 2Co.11.27. en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; 2Co.11.28. y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. 2Co.11.29. ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? 2Co.11.30. Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad. 2Co.11.31. El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento. 2Co.11.32. En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; 2Co.11.33. y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos. 2Ti.3.1. También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. 2Ti.3.2. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, 2Ti.3.3. sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, 2Ti.3.4. traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, 2Ti.3.5. que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. 2Ti.3.6. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. 2Ti.3.7. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. 2Ti.3.8. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. 2Ti.3.9. Mas no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquéllos. 2Ti.3.10. Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, 2Ti.3.11. persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor. 2Ti.3.12. Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; 2Ti.3.13. mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. 2Ti.3.14. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; 2Ti.3.15. y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 2Ti.3.16. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 2Ti.3.17. a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

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