sábado, 30 de noviembre de 2013

LA ADOPCION

Rom.8.1. Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Rom.8.2. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Rom.8.3. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; Rom.8.4. para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Rom.8.5. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Rom.8.6. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Rom.8.7. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; Rom.8.8. y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Rom.8.9. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Rom.8.10. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Rom.8.11. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Rom.8.12. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; Rom.8.13. porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Rom.8.14. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Rom.8.15. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! Rom.8.16. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Rom.8.22. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; Rom.8.23. y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Rom.8.24. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Rom.8.25. Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Rom.8.26. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Rom.8.27. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Rom.8.28. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Rom.8.29. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Rom.8.30. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. Rom.8.31. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Rom.8.32. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? Rom.8.33. ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Rom.8.34. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. Rom.8.35. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Rom.8.36. Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Rom.9.3. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; Rom.9.4. que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; Rom.9.5. de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén. Rom.9.6. No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, Rom.9.7. ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Rom.9.8. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes. Rom.9.9. Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. Rom.9.10. Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre Rom.9.11. (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), Rom.9.12. se le dijo: El mayor servirá al menor. Rom.9.13. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. Rom.9.14. ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Rom.9.15. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Rom.9.16. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Rom.9.17. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. Rom.9.18. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. Rom.9.19. Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? Rom.9.20. Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? Rom.9.21. ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? Rom.9.22. ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, Rom.9.23. y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, Rom.9.24. a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? Rom.9.25. Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada. Rom.9.26. Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente. Gál.4.4. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, Gál.4.5. para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Gál.4.6. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Gál.4.7. Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. Gál.4.8. Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; Gál.4.9. mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Gál.4.10. Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años.

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