jueves, 12 de diciembre de 2013

COMO ES NUESTRA HABITACION ?

Sal.91.9. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, Sal.91.10. No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. Sal.91.11. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. Sal.91.12. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra. Sal.91.13. Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón. Sal.91.14. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Sal.91.15. Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. Sal.91.16. Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación. Isa.11.1. Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Isa.11.2. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Isa.11.3. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; Isa.11.4. sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Isa.11.5. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. Isa.11.6. Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. Isa.11.7. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Isa.11.8. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. Isa.11.9. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. Isa.11.10. Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa. Isa.32.9. Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón. Isa.32.10. De aquí a algo más de un año tendréis espanto, oh confiadas; porque la vendimia faltará, y la cosecha no vendrá. Isa.32.11. Temblad, oh indolentes; turbaos, oh confiadas; despojaos, desnudaos, ceñid los lomos con cilicio. Isa.32.12. Golpeándose el pecho lamentarán por los campos deleitosos, por la vid fértil. Isa.32.13. Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos, y aun sobre todas las casas en que hay alegría en la ciudad de alegría. Isa.32.14. Porque los palacios quedarán desiertos, la multitud de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde descansen asnos monteses, y ganados hagan majada; Isa.32.15. hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque. Isa.32.16. Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia. Isa.32.17. Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Isa.32.18. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo. Isa.32.19. Y cuando caiga granizo, caerá en los montes; y la ciudad será del todo abatida. Isa.32.20. Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas, y dejáis libres al buey y al asno. Eze.8.3. Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos. Eze.8.4. Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo. Eze.8.5. Y me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcé mis ojos hacia el norte, y he aquí al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada. Eze.8.6. Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores. Eze.8.7. Y me llevó a la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero. Eze.8.8. Y me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta. Eze.8.9. Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí. Eze.8.10. Entré, pues, y miré; y he aquí toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor. Eze.8.11. Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso. Eze.8.12. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra. Eze.8.13. Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos. Eze.8.14. Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz. Eze.8.15. Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. Eze.8.16. Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente. Eze.8.17. Y me dijo: ¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a mí para irritarme; he aquí que aplican el ramo a sus narices. Eze.8.18. Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré. Hec.1.16. Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, Hec.1.17. y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. Hec.1.18. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Hec.1.19. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. Hec.1.20. Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio. Hec.1.21. Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, Hec.1.22. comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. Hec.1.23. Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. Hec.1.24. Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, Hec.1.25. para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. Hec.1.26. Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles. 2Co.5.1. Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 2Co.5.2. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; 2Co.5.3. pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. 2Co.5.4. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 2Co.5.5. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. 2Co.5.6. Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor 2Co.5.7. (porque por fe andamos, no por vista); 2Co.5.8. pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. 2Co.5.9. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. 2Co.5.10. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

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