jueves, 26 de diciembre de 2013

MISERABLE

Sal.69.16. Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia; Mírame conforme a la multitud de tus piedades. Sal.69.17. No escondas de tu siervo tu rostro, Porque estoy angustiado; apresúrate, óyeme. Sal.69.18. Acércate a mi alma, redímela; Líbrame a causa de mis enemigos. Sal.69.19. Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio; Delante de ti están todos mis adversarios. Sal.69.20. El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; Y consoladores, y ninguno hallé. Sal.69.21. Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre. Sal.69.22. Sea su convite delante de ellos por lazo, Y lo que es para bien, por tropiezo. Sal.69.23. Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, Y haz temblar continuamente sus lomos. Sal.69.24. Derrama sobre ellos tu ira, Y el furor de tu enojo los alcance. Sal.69.25. Sea su palacio asolado; En sus tiendas no haya morador. Sal.69.26. Porque persiguieron al que tú heriste, Y cuentan del dolor de los que tú llagaste. Sal.69.27. Pon maldad sobre su maldad, Y no entren en tu justicia. Sal.69.28. Sean raídos del libro de los vivientes, Y no sean escritos entre los justos. Sal.69.29. Mas a mí, afligido y miserable, Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto. Rom.7.12. De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. Rom.7.13. ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. Rom.7.14. Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Rom.7.15. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Rom.7.16. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. Rom.7.17. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Rom.7.18. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Rom.7.19. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Rom.7.20. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Rom.7.21. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Rom.7.22. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; Rom.7.23. pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. Rom.7.24. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Rom.7.25. Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado. Apo.3.15. Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Apo.3.16. Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Apo.3.17. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Apo.3.18. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Apo.3.19. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. Apo.3.20. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apo.3.21. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. Apo.3.22. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

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