jueves, 26 de diciembre de 2013

LA LUMBRERA

Gén.1.1. En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Gén.1.2. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Gén.1.3. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Gén.1.4. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Gén.1.5. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. Gén.1.6. Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. Gén.1.7. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Gén.1.8. Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. Gén.1.9. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Gén.1.10. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. Gén.1.11. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Gén.1.12. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. Gén.1.13. Y fue la tarde y la mañana el día tercero. Gén.1.14. Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, Gén.1.15. y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. Gén.1.16. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. Gén.1.17. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, Gén.1.18. y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Gén.1.19. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto. Sal.119.105. Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino. Sal.119.106. Juré y ratifiqué Que guardaré tus justos juicios. Sal.119.107. Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra. Sal.119.108. Te ruego, oh Jehová, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca, Y me enseñes tus juicios. Sal.119.109. Mi vida está de continuo en peligro, Mas no me he olvidado de tu ley. Sal.119.110. Me pusieron lazo los impíos, Pero yo no me desvié de tus mandamientos. Sal.119.111. Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, Porque son el gozo de mi corazón. Sal.119.112. Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos De continuo, hasta el fin. Apo.21.9. Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Apo.21.10. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, Apo.21.11. teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. Apo.21.12. Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; Apo.21.13. al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. Apo.21.14. Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. Apo.21.15. El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. Apo.21.16. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. Apo.21.17. Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. Apo.21.18. El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; Apo.21.19. y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; Apo.21.20. el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. Apo.21.21. Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio. Apo.21.22. Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. Apo.21.23. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Apo.21.24. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Apo.21.25. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Apo.21.26. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. Apo.21.27. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero. Apo.22.1. Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. Apo.22.2. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Apo.22.3. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, Apo.22.4. y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. Apo.22.5. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. Apo.22.6. Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. Apo.22.7. ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

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