miércoles, 4 de diciembre de 2013

EL RUEGO

Sal.6.1. Jehová, no me reprendas en tu enojo, Ni me castigues con tu ira. Sal.6.2. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. Sal.6.3. Mi alma también está muy turbada; Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo? Sal.6.4. Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia. Sal.6.5. Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará? Sal.6.6. Me he consumido a fuerza de gemir; Todas las noches inundo de llanto mi lecho, Riego mi cama con mis lágrimas. Sal.6.7. Mis ojos están gastados de sufrir; Se han envejecido a causa de todos mis angustiadores. Sal.6.8. Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; Porque Jehová ha oído la voz de mi lloro. Sal.6.9. Jehová ha oído mi ruego; Ha recibido Jehová mi oración. Sal.6.10. Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; Se volverán y serán avergonzados de repente. Sal.28.1. A ti clamaré, oh Jehová. Roca mía, no te desentiendas de mí, Para que no sea yo, dejándome tú, Semejante a los que descienden al sepulcro. Sal.28.2. Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, Cuando alzo mis manos hacia tu santo templo. Sal.28.3. No me arrebates juntamente con los malos, Y con los que hacen iniquidad, Los cuales hablan paz con sus prójimos, Pero la maldad está en su corazón. Sal.28.6. Bendito sea Jehová, Que oyó la voz de mis ruegos. Sal.28.7. Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré. Sal.28.8. Jehová es la fortaleza de su pueblo, Y el refugio salvador de su ungido. Sal.28.9. Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad; Y pastoréales y susténtales para siempre. Sal.31.19. ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! Sal.31.20. En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas. Sal.31.21. Bendito sea Jehová, Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada. Sal.31.22. Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba. Sal.140.6. He dicho a Jehová: Dios mío eres tú; Escucha, oh Jehová, la voz de mis ruegos. Sal.140.7. Jehová Señor, potente salvador mío, Tú pusiste a cubierto mi cabeza en el día de batalla. Sal.140.8. No concedas, oh Jehová, al impío sus deseos; No saques adelante su pensamiento, para que no se ensoberbezca. Selah Sal.140.9. En cuanto a los que por todas partes me rodean, La maldad de sus propios labios cubrirá su cabeza. Sal.140.10. Caerán sobre ellos brasas; Serán echados en el fuego, En abismos profundos de donde no salgan. Sal.140.11. El hombre deslenguado no será firme en la tierra; El mal cazará al hombre injusto para derribarle. Sal.140.12. Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido, Y el derecho de los necesitados. Sal.140.13. Ciertamente los justos alabarán tu nombre; Los rectos morarán en tu presencia. Hec.1.12. Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. Hec.1.13. Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Hec.1.14. Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. Hec.1.15. En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: Hec.1.16. Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, Hec.1.17. y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. Hec.1.18. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Hec.1.19. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. Hec.1.20. Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio. Hec.1.21. Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, Hec.1.22. comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. Hec.1.23. Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. Hec.1.24. Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, Hec.1.25. para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. Hec.1.26. Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles. Heb.5.7. Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Heb.5.8. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; Heb.5.9. y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; Heb.5.10. y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec. Heb.5.11. Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Heb.5.12. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Heb.5.13. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; Heb.5.14. pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Heb.6.1. Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, Heb.6.2. de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Heb.6.3. Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite.

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