jueves, 10 de octubre de 2013

EN QUIEN NOS MOVEMOS

Gén.1.2. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Sal.10.2. Con arrogancia el malo persigue al pobre; Será atrapado en los artificios que ha ideado. Sal.10.3. Porque el malo se jacta del deseo de su alma, Bendice al codicioso, y desprecia a Jehová. Sal.10.4. El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos. Sal.10.5. Sus caminos son torcidos en todo tiempo; Tus juicios los tiene muy lejos de su vista; A todos sus adversarios desprecia. Sal.10.6. Dice en su corazón: No seré movido jamás; Nunca me alcanzará el infortunio. Sal.35.23. Muévete y despierta para hacerme justicia, Dios mío y Señor mío, para defender mi causa. Sal.35.24. Júzgame conforme a tu justicia, Jehová Dios mío, Y no se alegren de mí. Sal.35.25. No digan en su corazón: ¡Ea, alma nuestra! No digan: ¡Le hemos devorado! Sal.35.26. Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran; Vístanse de vergüenza y de confusión los que se engrandecen contra mí. Sal.35.27. Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, Y digan siempre: Sea exaltado Jehová, Que ama la paz de su siervo. Sal.35.28. Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día. Mat.23.4. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Mat.23.5. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; Mat.23.6. y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, Mat.23.7. y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. Mat.23.8. Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Mat.23.9. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Mat.23.10. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. Mat.23.11. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Mat.23.12. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Hec.17.24. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, Hec.17.25. ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Hec.17.26. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; Hec.17.27. para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Hec.17.28. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Hec.17.29. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. 2Te.2.1. Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, 2Te.2.2. que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. 2Te.2.3. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 2Te.2.4. el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. 2Te.2.5. ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? 2Te.2.6. Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. 2Te.2.7. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. 2Te.2.8. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; 2Te.2.9. inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, 2Te.2.10. y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. 2Te.2.11. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, 2Te.2.12. a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. 2Te.2.13. Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, 2Te.2.14. a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 2Te.2.15. Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra. 2Te.2.16. Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, 2Te.2.17. conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.

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