miércoles, 9 de octubre de 2013

LA LETRA MATA SIN REVELACION

Jua.7.15. Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? Jua.7.16. Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. Jua.7.17. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. Jua.7.18. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia. Hec.4.8. Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Hec.4.9. Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, Hec.4.10. sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Hec.4.11. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Hec.4.12. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Hec.4.13. Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. Hec.26.23. Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles. Hec.26.24. Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco. Hec.26.25. Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. Hec.26.26. Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón. Hec.26.27. ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Hec.26.28. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano. Hec.26.29. Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas! Rom.2.1. Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. Rom.2.2. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. Rom.2.3. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? Rom.2.4. ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Rom.2.5. Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, Rom.2.6. el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: Rom.2.7. vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, Rom.2.8. pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; Rom.2.9. tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, Rom.2.10. pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; Rom.2.11. porque no hay acepción de personas para con Dios. Rom.2.12. Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; Rom.2.13. porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. Rom.2.14. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, Rom.2.15. mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, Rom.2.16. en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio. Rom.2.17. He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, Rom.2.18. y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, Rom.2.19. y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, Rom.2.20. instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. Rom.2.21. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Rom.2.22. Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Rom.2.23. Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Rom.2.24. Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros. Rom.2.25. Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. Rom.2.26. Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? Rom.2.27. Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley. Rom.2.28. Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; Rom.2.29. sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios. Rom.7.1. ¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive? Rom.7.2. Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Rom.7.3. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera. Rom.7.4. Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Rom.7.5. Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Rom.7.6. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra. 2Co.3.2. Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; 2Co.3.3. siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. 2Co.3.4. Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; 2Co.3.5. no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, 2Co.3.6. el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. 2Co.3.7. Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, 2Co.3.8. ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? 2Co.3.9. Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. 2Co.3.10. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. 2Co.3.11. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. Gál.6.6. El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. Gál.6.7. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Gál.6.8. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. Gál.6.9. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gál.6.10. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gál.6.11. Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano. Gál.6.12. Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo. Gál.6.13. Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne. Gál.6.14. Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Gál.6.15. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Gál.6.16. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.

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